viernes, 11 de mayo de 2018

Ideología de Genero y Feminismo radical contra Occidente.



                                                                               


Después de haberlo intentado varias veces en las últimas décadas finalmente la izquierda revolucionaria antioccidenal ha encontrado la manera de llevar a cabo su objetivo de dividir y enfrentar a la población para de esa forma destruir la civilización occidental. Desde el comienzo sabían que para lograrlo no hay mejor manera que promover un enfrentamiento interno, la lucha y la desconfianza de unos respecto a otros.
En un primer momento todo esto lo trataron de llevar a cabo a través de la lucha de clases, en la cual intentaron dividir y enfrentar a la sociedad en dos grupos irreconciliables enfrentados a través de una lucha permanente que presentaron como insalvable. Intentaron convencer, y de hecho lo consiguieron, a la población de que las sociedades se dividían en empresarios-capitalistas explotadores y trabajadores- proletarios explotados.
Esto funcionó perfectamente mientras que contaron con una masa suficiente de   proletarios, pues eran fáciles de manipular azuzando el rencor producido por su situación vital y económica.

                                                            

De hecho, fueron esas mismas situaciones, a todas luces injustas, las que favorecieron la extensión de la llamada lucha de clases y el enfrentamiento interno que de ella se derivaba.

Ahora bien, a partir de los años cincuenta, y en especial de los sesenta, la sociedad occidental, y la europea muy en particular, había evolucionado social y económicamente de manera que el proletariado como tal había desaparecido y la población trabajadora fué sustituida por una gran clase media y por una clase baja que contaba ahora con un estado de bienestar que le proporcionaba unos servicios asistenciales y médicos gratuítos.

Ante esta situación la izquierda marxista antioccidental se vio en la tesitura de encontrar un nuevo conflicto interno que sustituyese a la inexistente masa proletaria que hasta entonces les permitió enfrentar a una parte de la sociedad con la otra.

En primer lugar buscaron el enfrentamiento racial, para lo cual hicieron todo lo posible para que una población de inmigrantes, que denominaron refugiados, procedente de otros continentes, sujetos racialmente distintos, con religiones, culturas y principios inclusive opuestos a los nuestros llenasen nuestra tierra.
Todo esto se llevó a cabo en todo Occidente, pero muy especialmente en Europa, con la finalidad de que la masa de “refugiados” recién llegados ocupasen el papel que antes desarrollaba el proletariado como carne de cañón y que pasase a desarrollar algo parecido a  lo que anteriormente fue la lucha de clases.
 Ahora estos falsos refugiados pasarían a constituir el elemento de desestabilización dado que su posición de desajuste social, económico e identitario con respecto a la población originaria les convertía en presa fácil de la propaganda y agitación marxista, pues manipulando el malestar de la situación por la que estos recién llegados atraviesan lo convertirían fácilmente en rencor y finalmente enodio, odio con el que desestabilizar la civilización occidental. De la misma manera y sirviéndose de la misma estrategia buscarían un enfrentamiento interno entre multiculturalistas -tontos útiles favorables a la inmigración masiva y aquellos que están en contra de ella y tratan de preservar la identidad occidental.

Pese a ser un plan bien ideado y contar con una estrategia bien desarrollada no tuvo el resultado esperado, fue un verdadero desastre al no alcanzar los fines para los que había sido concebida. Y no lo logró dado que se desarrolló en todo Occidente, y en Europa en particular como máxima zona afectada, una reacción fruto de  un sentimiento nacional en defensa de la identidad europea y en contra de la  inmigración  incontrolada.


                                                              


Pero pese a este nuevo fracaso los movimientos que buscan la ruptura de la identidad y los valores occidentales no han cesado en sus intentos.
La nueva intentona, y est si parece haber alcanzado sus objetivos, se centra en que se legisle en función de la ideología de género y en que socialmente los comportamientos y formas de relación se lleven a cabo en función de los presupuestos que mantiene el feminismo radical.

La ideología de género y el feminismo radical forman parte básica de la ingeniería social que se puso en marcha merced a la concepción teórica que en los primeros treinta años del siglo pasado desarrolló la Escuela de Frankfurt basándose en la ideología de Marx y en el psicoanálisis Freudiano, y es a partir de entonces que se ha desarrollado bajo la denominación de marxismo cultural, logrando una gran implantación en todo Occidente a través del denominado pensamiento políticamente correcto.

                                                           

Pero centrémonos en el asunto tal pues está desquebrajando la cosmovisión que conforma la sociedad occidental.
El discurso feminista y el de ideología de género, que en la práctica política se complementan, se ha implantado en la sociedad occidental de un modo tan profundo que cualquiera que se atreva a oponerse a él, o simplemente  ponerlo en duda, se convierte en una suerte de paria social que es automáticamente tildado de machista, misógino y defensor del maltrato a la mujer.
Todo el discurso feminista y de género lleva a ese sistema de lucha social interna que en su momento desarrolló la lucha de clases marxista, con el agravante de que el discurso de género y feminista promueve una lucha social, pero lo hace en lo más íntimo y definitorio del ser humano, en lo concerniente a la identidad sexual y a la relación entre los sexos.

Lo que realmente debería preocuparnos, y mucho, es la deriva que está tomando la sociedad y el grado de desconfianza y oposición al que hombres y mujeres están llegando.


                                                              

 Es una situación que lleva a que el ser humano pierda su verdadera identidad ya que no ve en individuo del otro sexo un ser complementario sino como oponente cuando no un potencial peligro.

Estamos asistiendo al peor de los escenarios a los que se puede ver sometida una civilización puesto que la lucha a la que se está viendo sometida enfrenta dos tipos de extinciones: la extinción física dado que para que para que un civilización pueda tener continuidad en el tiempo es precisa la reproducción, cosa imposible si sus enemigos han logrado implantar una suerte de odio mutuo que ha resultado de establecer la desconfianza y de instaurar una organización legislativa en la que el hombre  se ve privado de la presunción de inocencia, lo cual lleva a la inseguridad y el temor a la mujer dado que toda relación podrá ser considerada delictiva si así lo señala la palabra de la mujer.
De otro lado se está provocando la feminización de todo aquello que conductualmente define al hombre, para terminar por romper la identidad humana que no es andrógina si no dual, hombre y mujer.

Este último golpe que mediante la ideología de género y el feminismo están asestando los que tratan de acabar con la civilización occidental ha dado en la línea de flotación de la civilización occidental al remover y cambiar la realidad misma del ser humano.

Lo que ha de quedar meridianamente claro es que tanto la ideología de género como el feminismo radical son estrategias políticas, y si no las consideramos como tales nos equivocamos y sin saberlo estaremos colaborando con los enemigos de Occidente.


                                                             
  


No hay comentarios:

Publicar un comentario