jueves, 11 de mayo de 2017

El Valle y Franco.

                                                                           


Ahora que se somete a votación en el Congreso de los diputados la exhumación de los restos mortales del que fuera jefe del Estado, general Francisco Franco, para retirarlos de su actual lugar de enterramiento en el Valle de los Caídos, hay que llevar a cabo una precisión al respecto, una importante precisión que a mi modo de ver es fundamental puesto que pone las cosas en su sitio al aclarar una realidad que voluntariamente se oculta. Una verdad histórica que de conocerse por la opinión pública haría más complicado apoyar una medida como la que en estos días se pretende adoptar.

                                                                                 



Me estoy refiriendo a conocer sí la basílica y la cruz del Valle de los Caídos fue mandada construir por Franco con la intención de que a su muerte se constituyese en mausoleo faraónico para acoger sus restos o si no fue así. Pués en caso contrario es fundamental  saber de quién o quienes partió la orden para que sus restos descansasen allí.

                                                           


La primera cuestión es conocer la intención de Franco con respecto a ser enterrado en el Valle de los    Caídos:

La contestación a esta cuestión es muy sencilla pues los datos históricos no permiten duda alguna, dejan meridianamente claro que Franco nunca tuvo tal intención, más bien todo lo contrario, ya que en ningún momento de su vida manifestó intención alguna de ser enterrado en el Valle. De hecho, ni siquiera expresó lo contrario pues ni siquiera tomó en consideración tal posibilidad.

 Un hecho indica claramente lo señalado, pues el Generalísimo había levantado una tumba reservada para sí mismo en el panteón de la     familia Franco en el Pardo, lugar donde hoy reposan los restos de la que fue su esposa Dña. Carmen Polo.

                                                             


Pero por si aún quedase algún resquicio de duda hay un documento oficial editado por el ministerio de Información y Turismo, calificado como Reservado y Secreto, que se repartió entre los altos cargos del Régimen y representantes extranjeros que acudieron a la inauguración del monumento.

En el documento aparte de explicar las características arquitectónicas y constructivas manifestaba las intenciones programáticas del mismo “como espacio de enterramiento de las víctimas de los dos bandos y de reconciliación nacional”.

Lo que resultaba más clarificador era el no haber sido realizado como tumba propia, pues que de modo claro y rotundo señalaba que no se contemplaba el lugar como espacio para el futuro enterramiento de Franco.

A continuación, vamos a reproducir el párrafo referido en su integridad:

“Así”., en contra de lo que comúnmente se cree la decisión de enterrar a Franco en el Valle de los Caídos, aún del modo más vago e indirecto. Es más, nadie que conozca los planos de la Cripta, la Basílica o el Valle entero puede señalar el menor indicio de que se haya previsto, siquiera lejanamente, un posible emplazamiento donde en el futuro pudieran reposar los restos mortales del hoy Jefe del Estado español”.

El segundo aspecto que nos ocupa hace referencia a quién o quiénes fueron los que tomaron la decisión y ordenaron que los restos mortales de Franco reposasen en el altar mayor de la basílica del Valle de los caídos. La realidad es que fue el propio Juan Carlos I el que firmó la orden al abad para enterrar a Franco en el Valle. La decisión la tomaron el todavía Príncipe de Asturias y el entonces presidente del gobierno D. Carlos Arias Navarro tras consultar y recibir la autorización de la familia del finado.

                                                              




Esta decisión tomada por el entonces príncipe y el fallecido presidente del gobierno fue un verdadero menosprecio hacia la voluntad de un muerto, un estadista recién fallecido que a buen seguro habría tenido en cuenta la problemática que enterrarle ahí tendría, como estamos viendo.
Y como ha quedado claro la consecuencia directa de la decisión regia ha sido que desde que fue enterrado allí la cruz y la basílica dejaron de ser consideradas como un monumento a la reconciliación para verse como un emblema de la imposición de media España sobre la otra media.

Realmente no puedo afirmar que esa fuese la intención del Borbón, pero no me extrañaría nada conociendo la afición del anterior rey a obedecer a Kissinger y a la élite oscura y habiendo visto sus actuaciones con tal de mantenerse en la poltrona al precio que fuese, juró leyes para al poco tiempo perjurar y organizó un golpe de pacotilla para afianzar su monarquía, etc, etc.
                                                              




Deseo sinceramente que si finalmente deciden retirar del Valle los restos del Caudillo lo hagan rindiéndole los honores de Estado y militares que se merece y se haga llegar a la población la verdad histórica del porqué está ahí enterrado y quién lo decidió.

Ojalá que finalmente se cumpla la voluntad de Franco de descansar junto a los restos de su familia y de que el Valle pueda ser un monumento para la reconciliación de todos los españoles, y que no se convierta en la venganza de los que  tratan de lograr por medio bastardos  lo que perdieron en los campos de batalla.


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