martes, 7 de febrero de 2017

La secesión es un crimen y la Unidad de España hay que defenderla.




                                                                            

Estamos asistiendo a como en Cataluña se desarrolla un proceso de secesión que se inició en 1978 y lleva avanzando sin prisa pero sin pausa desde hace ya varias décadas.

 En estos momentos se ha llegado a un punto de no retorno, un punto de abierta desobediencia al Estado, un punto en el que las más altas autoridades de la Generalidad afirman abiertamente que declararán la independencia unilateral si así lo señalan los resultados de un referéndum ilegal,  estando muy en peligro la Unidad Nacional.

                                                     






Muchos en su momento señalaron, y desde entonces hemos venido señalando, que ha sido la Constitución de 1978 con su sistema de las autonomías y la introducción del término “nacionalidades” la responsable de dar pie a todo el maremágnum secesionista al que ahora nos enfrentamos. Pero del mismo modo se puede señalar que han sido igualmente responsables aquellos dirigentes políticos, de uno y otro signo, que llevaron a cabo las transferencias en materia de educación, seguridad y justicia.

                                                             


Cuando se habla de este tema y se hace referencia a estos aspectos concretos y se indica la necesidad de que sean asumidas por el Estado esas materias transferidas, o que las fuerzas policiales dependientes de las autoridades autonómicas de Vascongadas o Cataluña pasen al control directo del ministerio del Interior la contestación siempre es la misma: en su momento se podría haber hecho, pero ya no es posible sin crear grandes y serios enfrentamientos. De esto hay que deducir que la “solución” es la inacción y permitir que los secesionistas continúen dando pasos hacia la independencia, ante la cual sólo cabrá la rendición movida por la cobardía entreguista o la utilización de la fuerza, acto este último que veo muy difícil que tome la derecha liberaloide buenista o la izquierda internacionalista antinacional.



La creación del Estado de las autonomías y las transferencias entregadas a estas tienen su origen en un error de principio, algo que no sé si puede denominarse error o simplemente traición. De este modo las autoridades políticas del momento dotaron a los independentistas de las herramientas que precisaban para desmontar la Unidad de España. Estos políticos y sus continuadores repiten que los partidos vascos y catalanes no fueron leales con la organización territorial que la Constitución del 78 había establecido mediante el sistema autonómico.

 Pero yo me pregunto ¿realmente alguien podía creer que concediendo autonomía política y dotándoles de transferencias iban a dejar de lado sus ansias independentistas esos grupos vascos y catalanes.? Desde un buenismo realmente suicida aderezado por una cobardía y por una falta más que clara ausencia de interés por España y su Unidad optaron por el camino    fácil de la cesión que lleva a la rendición.



En la gravísima y decisiva situación por la que ahora atraviesa nuestra patria nos encontramos con que las autoridades que ahora nos “gobiernan” repiten las mismas actitudes buenistas, entreguistas y traidoras que se han venido produciendo desde 1978. unas actitudes de la autoridad que no son sino un tanto de lo mismo.

No sé si por cobardía o por traición, o por ambas cosas, las autoridades del Estado  han dejado a los secesionistas hacer todo aquello que han querido (desobedeciendo la ley, pisoteando los derechos de los catalanes no nacionalistas y riéndose  de las decisiones de los más altos tribunales), todo esto lo han permitido escudándose  en cuatro razones: por un lado en que los secesionistas no llegarán tan lejos como pretenden porque la ley  se lo impide, la segunda debido a que los resultados económicos de una supuesta independencia serían terribles para ellos, tercero  por la existencia de más de la mitad de la población catalana que se opone a la secesión y en cuarto lugar debido a que internacionalmente no tendría futuro ninguno dado que nadie los reconocería como Estado y se verían fuera de la Unión Europea.



Antes de contestar una a una a estas razones que se esgrimen es preciso señalar que lo que realmente les mueve   a actuar, mejor dicho, no actuar, cobardemente a nuestras autoridades se basa tan sólo en el temor a lo que indique Bruselas, en el miedo a que una acción expeditiva pudiera provocar resultados electorales negativos para su partido político y en la ausencia de un verdadero amor a España y a su unidad.

Ahora pasaremos a desmontar una a una esas cuatro razones que esgrimen para no tomar las medidas precisas para defender la Unidad de España, una unidad que en estos momentos y por su culpa y la de sus predecesores corre un muy serio peligro.



La primera de las razones esgrimidas cae por su propio peso, ya que nadie puede poner en duda que los secesionistas están siguiendo un plan perfectamente elaborado y magistralmente llevado a cabo para alcanzar la independencia, y nadie con dos dedos de frente puede creer que llegados a este punto van a frenar su avance hacia la secesión.

La segunda, referida a la viabilidad económica de una supuesta Cataluña independiente, es ridícula puesto que recurrir a este tipo de    razones es desde mi punto de vista algo vergonzoso puesto que, aunque fuese viable económicamente la independencia es un crimen en sí mismo.  Pero además ocurre que los secesionistas catalanes llevan años manteniendo contactos con una serie de países, entre ellos Israel, que lo reconocerán como nación independiente y les servirán como apoyo para su intercambio comercial, países de muchísima menos entidad e influencia como es Marruecos podrá ser un lugar de intercambio dada la ingente cantidad de inmigrantes marroquíes que habitan en Cataluña.

                                                            


El tema del reconocimiento y las   relaciones con la Unión Europea se verán muy condicionadas por las decisiones que tome el Estado judío y las presiones que este haga sobre los Estados Unidos y a través de él sobre la UE.

                                                                                      



Algo que voluntariamente quieren obviar las autoridades españolas es que en la situación de la geopolítica internacional una supuesta Cataluña independiente contaría con un mercado y una ayuda económica formidable si permitiese que China o Rusia instalase en la costa catalana una base naval o aeronaval para dominar el oeste del Mediterraneo.



En tercer lugar, recurrir a que al menos la mitad de la población catalana no es favorable a la secesión es poco menos que estúpido, ya que la experiencia de estas últimas décadas nos demuestra como una administración nacionalista dotada de las competencias de educación es capaz de convertir en favorables a la independencia a la práctica totalidad de dos generaciones, pasando del 20% a más del 50% en pocos años.



La cuestión de tener en cuenta las posibles repercusiones negativas sobre su electorado caso de tomar medidas de fuerza, son a mi entender en primer lugar cobardes en tanto que las medidas para proteger la unidad nacional se han de tomar independientemente  de sus consecuencias sobre nuestros intereses particulares o de partido, y en segundo lugar miopes, puesto que el Partido Popular lejos de perder apoyo entre los suyos lo ganaría entre muchos que le agradecerían  profundamente esa acción en defensa de la unidad patria. Y además cierta cantidad de los que ahora les apoyan electoralmente dejarían de hacerlo caso de que la secesión se produjese bajo su gobierno.



Pero hay algo que considero fundamental a la hora de afrontar esta lucha en pro de la Unidad de España, y es la siguiente: La Unidad nacional no se puede defender basándose en cuestiones meramente legales o constitucionales, en base a si la mayoría de una parte o la totalidad de los españoles están de acuerdo con romperla o no hacerlo o en si el funcionamiento económico de una parte después de haber sido desgajada de todo el territorio es viable o no.

La Unidad de España es algo muy superior y anterior a las leyes o constituciones, se trata de algo cuasimetafísico algo espiritual, pero no por ello menos real.



LA UNIDAD DE ESPAÑA NI SE VOTA NI SE NEGOCIA,  SÓLO SE DEFIENDE.

                                                                                

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