jueves, 3 de noviembre de 2016

Un gobierno distinto, España igual.




                                                                       


De nuevo España tiene un nuevo gobierno, los programas informativos y las redes sociales analizan y ponderan las figuras que han sido incluidas en él, opinando sobre si la figura de las personas que lo componen se acomodan o no a la nueva situación de pacto que ha permitido que Rajoy haya sido nombrado presidente, que bonito todo, es como la ilusión del niño al que se le compra un juguete nuevo o como aquel adolescente que estrena móvil. Es decir, una quimera, una fantasía sin sentido que no va más allá de la ensoñación que el sujeto crea.

Pero la realidad a la que nos enfrentamos es que nada cambia en nuestra patria:
En España seguirán siendo asesinados cada día cerca de trescientos niños en el vientre de sus madres a causa de que los que nos gobiernan, tan católicos, tan conservadores y tan elegantes ellos.
En España se continuarán cambiando el nombre de calles de militares y falangistas del bando nacional, se continuará con la retirada de estatuas del anterior jefe del Estado y de héroes que lucharon por una España mejor, y todo ello a causa de que los peperos que han contado con mayoría absoluta para hacerlo no derogaron la infame ley de la memoria histórica. Por mucho que luego protesten desde sus medios de comunicación y se pongan muy solemnes sus líderes.

                                                    


Nuestra nación no dejará de actuar como el esclavo agradecido de la OTAN y de los EEUU colaborando militarmente en las provocaciones a Rusia, mediante hombres y material que participan en maniobras o permitiendo que nuestro territorio sea base para que se pueda desarrollar el escudo antimisiles de la OTAN. 

                                                      
O se continuará mostrando como el mamporrero de la Unión     Europea con Marruecos al no exigir el control de la llegada de inmigrantes, o poniendo concertinas y lo que sea preciso para frenar la invasión de subsaharianos en nuestra frontera sur.

                                                    

Nos encontraremos con que con respecto a esa afrenta permanente que padece España que se llama Gibraltar el nuevo gobierno seguirá los pasos del anterior al hablar de cosoberanía y no amenazando con abandonar la OTAN y ceder bases a los rusos en caso de que los Hijos de la Gran Bretaña no nos devuelvan esa parte de nuestro territorio.

                                                      
 El gobierno español seguirá dando la espalda de modo cobarde  al Sahara  Occidental, antigua provincia española que aunque ocupada ilegalmente por Marruecos continúa estando bajo autoridad política de España y por tanto la población saharaui  debería de estar protegida por nuestros gobernantes.
Y en último lugar, pero no por ello es el asunto menos importante, la Unidad Nacional seguirá en serio peligro puesto que con tal de no “crear tensiones” el gobierno de la nación no impondrá, por la fuerza si es necesario, la ley y sobre todo  esa sacrosanta realidad que es la Unidad de España.

                                                        



En definitiva, tenemos un nuevo gobierno, ¿y a mí qué?

                                                     

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