miércoles, 20 de enero de 2016

La multiculturalidad y el juego de la violación (ironía).



                                                                           

La mayoría de los que nos rodean piensan que la llegada de refugiados musulmanes no aporta un enriquecimiento a las costumbres de la sociedad europea cristiana. Se equivocan puesto que gracias a ellos llegan  nuevas costumbres, desconocidos comportamientos y diferentes formas de relación que enriquecen y liberan a  una sociedad como la nuestra que está demasiado atada por preceptos y normas.
 La cortesía y el respeto  son vistos por muchos occidentales “progresistas y avanzados” como cadenas que han sido establecidas para poner freno a esa libertad que surge de la espontaneidad. El respeto a la mujer  la ven como una muestra de condescendencia machista y el amor cortés como el sumun de lo retrógrado.
                                                           
        


Es precisamente ahí donde la aportación de los que nos visitan resulta más útil, es de agradecer que gentes tan abiertas y libres de las represiones nos ayuden a levantar la losa de una educación y unas costumbres que no hacen otra cosa que reprimirnos.  
Una de las últimas y más llamativas aportaciones de nuestros refugiados-inmigrantes de ascendencia musulmana es algo relativamente común en las tierras de las que proceden, es una especie de juego que nuestra reprimida y encorsetada sociedad parece no entender.

Y HASTA AQUÍ LA IRONÍA.
Cuando hablo de esa "aportación" me estoy refiriendo al Taharrush, también conocido como “juego de la violación”. Algo que suele ser relativamente frecuente en las sociedades musulmanas (misóginas, enemigas de la libertad  de la mujer, que las considera tan solo como un ser al servicio exclusivo de los  deseos y necesidades del hombre y que carece de cualquier derecho a que su voluntad sea respetada).
En Occidente no tuvimos noticia de este “juego de la violación” hasta que en el año 2011 una periodista sudraficana de la CBS , Lara Logan, fue rodeada, manoseada y finalmente violada por una multitud de hombres que  comenzaron bailando en torno suyo para después agredirla. Esta periodista cubría la denominada primavera árabe en Egipto y el suceso aconteció en la Plaza Tahir de El Cairo.
                                                              

En la Nochevieja pasada la ciudad de Colonia fue triste testigo de cómo se desataba el frentico Taharrush, siendo  cientos de chicas alemanas agredidas sexualmente mediante tocamientos y al menos siete de ellas fueron violadas. La globalización ha funcionado a la hora de extender esta vergonzoa y vergonzante salvajada.

Este tipo de conducta de agresión sexual contra mujeres es común cuando se dan concentraciones y siempre  que las mujeres no vayan acompañadas por algún hombre, y se da en todos los países del norte de África y de Medio Oriente dada la concepción del Islam respecto a la violación, pues para este la violación no es considerada reprobable si no hay un testigo varón que lo avale.
                                                               
A la gravedad de los hechos referidos hay que sumar como los medios de comunicación y las autoridades trataron de ocultar los hechos y que distinta fue la actuación policial la Nochevieja  de la fuerza que se aplicó para reprimir a los que protestaban contra los sucesos de los que hablamos.

Las declaraciones de la alcaldesa alemana y de la canciller Angela Merkel  fueron tan políticamente correctas que  parecían culpar a las víctimas  al aconsejarlas ir acompañadas y no llevar ropa provocativa.  

                                                               
         

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