lunes, 14 de diciembre de 2015

Israel es originaria de Arabia y no tiene ningún derecho sobre Palestina.


                                                     

En esta entrada vamos a presentar una interpretación absolutamente distinta a la que se nos vende desde los medios del Sistema e incluso del que nos presentan no pocos medios alternativos.
Esta novedosa interpretación de los acontecimientos que se vienen sucediendo desde hace unos años  en Medio Oriente se basa en los datos que aporta el egipcio Dr. Ashaf Ezzat, el cual en su libro: 
                                                   
   


“Egyot no pharans nor Israelites” (Egipto  no conocía faraones ni israelitas) señala que los israelitas  nunca habrían pisado Egipto o Palestina, según indica la realidad histórica serían originarios de la antigua Arabia y del norte de Yemen. De hecho no abandonaron esa zona hasta  su cautiverio en Babilonia.
                                                    

Partiendo de esta realidad  se entendería perfectamente lo que está ocurriendo, entenderíamos que los acontecimientos a los que asistimos tienen una interpretación muy distinta a la que se nos presenta.
Tanto los pasos dados por los EEUU, controlado totalmente por el poder judío, como  los dados por  Daesh-ISIS, controlado a su vez por EEUU e Israel, buscarían ocultar el verdadero origen del pueblo judío y de este modo continuar manteniendo la falacia de ese supuesto “derecho divino” sobre las tierras de Palestina y parte de Siria.
El ISIS, como instrumento al servicio de ocultar la realidad antes referida podrá tardar más o menos en ser vencido y desaparecer, pero nunca ocurrirá antes de haber alcanzado los objetivos que los sionistas les han marcado, destruir los restos arqueológicos que pudiesen servir para demostrar la verdadera historia del pueblo judío. La consecución de ese objetivo lleva aparejado controlar unos territorios que constituirían el Gran Israel (que se extendería desde el Nilo hasta el Éufrates) objetivo territorial que tanto añoran los sionistas y que también creen que deriva de habérselos concedido Dios.

                                                     


Según el doctor Asharf Hezzzal el origen del error que habría llevado a que la tradición vinculase el judaísmo al cristianismo se encontraría en una traducción del libro hebreo al griego, una traducción distorsionada que más tarde se conocería como Biblia Septuaginta.
El judaísmo no  sería más que uno de los cultos tribales de la Antigua Arabia, esa imaginación tribal no habría tenido difusión más allá de las fronteras tribales árabes de no haber sido por griegos y romanos.

Pero para el autor la cuestión primordial se encuentra en cual puede ser la razón que lleva a una organización, supuestamente islamista radical, a destruir antiguas estatuas y construcciones asirias y babilónicas. Esto resulta extraño puesto que las leyes islámicas no prohíben las  esculturas en sí, de hecho la práctica totalidad de los países musulmanes, incluida la radical Arabia Saudí, tienen museos repletos de estatuas.
Lo que si prohíbe el Corán es la adoración de ídolos, cosa esta que si hacían las culturas paganas de las tríbus árabes.
Pero a pesar de que es sabido que ni asirios ni babilónicos adoraban ni honraban sus estatuas esto no impidió que el autodenominado Estado Islámico  destruyese esas estatuas e incluso antiguas tablillas cuneiformes.
                                               
       
¿Cuál puede ser la razón para que Daesh dedique su tiempo y hombres a destrozar el museo de Mosul, la antigua ciudad de Nimrud, cientos de tablillas cuneiformes o  destruir ruinas de ciudades sirias e irakíes?, esto no tiene sentido en cuanto que esos takfiries del ISIS podrían obtener un mayor beneficio económico de piezas completas que destrozarlas.
                                                       
Según indica este autor resulta significativo que todos los vecinos árabes de Israel son objetivo del ISIS, mientras que el autodenominado Estado Islámico siempre ha mantenido al Estado sionista  fuera de las amenazas y ataques de sus muyahidines.
 Desde una perspectiva histórica señala que en documentos y libros de reconocidos geógrafos árabes clásicos refiere un paisaje  del sur de Arabia y del norte de Yemen en los cuales aparecen gran cantidad de lugares que son referidos en la Biblia.
Numerosos y reputados antropólogos e historiadores habrían trazado el origen de los israelitas centrados en Arabia y en el norte del Yemen.
Un dato importante es  que Jerusalén se llamaba originariamente Dar Salan, o sea casa de seguridad, se encontraría cenca de la montaña de Sión en el norte de Yemen. En toda Palestina no existe ninguna montaña con el nombre de Sión, si acaso se encuentra una pequeña colina.

La antigua  Arabia estaba controlada por el comercio que se llevaba a cabo mediante caravanas que llevaban especias, oro, productos textiles y marfil. Produciéndose comercio con la India, Egipto, Yemen, Irak y el cuerno de África. La principal ruta para el mundo antiguo  fue la de la seda o “del camping”, esta ruta atravesaba la antigua Arabia desde el norte del Yemen en el sur hasta Egipto en el norte. Las tribus árabes cercanas al mar ofrecían a las caravanas protección y alimento a cambio de un pequeño pago de las materias que transportaban.

                                                      

Ahora bien, algunas tribus situadas en las zonas montañosas  del norte de Yemen no participaban en ese intercambio entre la caravana y los habitantes árabes, entre esas tribus que no participaban en ese comercio con las caravanas se encontraban los israelitas, los cuales se dedicaban a asaltarlas y saquearlas.
El antiguo comercio de caravanas entre el reino de Egipto, el asirio y los reinos babilónicos llevaba aparejado una lucha por controlar la antigua Arabia y así controlar la ruta del camping.
Muchos jefes de las tribus pasaban tras las campañas a ser vasallos de aquellos que los habían vencido, una gran parte pasaron a ser vasallos del antiguo Egipto.
Cuando los babilonios  llegaron al poder decidieron no seguir el ejemplo de egipcios y asirios, pues se  dieron cuenta de que las campañas militares limitadas no mantenían  a salvo a las caravanas  que cruzaban Arabia de los ataques de las tribus árabes rebeldes, entre ellas estaban las israelitas. La opción de Nabucodonosor fue deportar a todas las tribus involucradas en los ataques a las caravanas a territorios controlados por el reino de Babilonia.

                                                      

                                                        
Los israelitas vieron en la victoria de Nabucodonosor sobre ellos y en su posterior deportación una suerte de castigo divino.
 Ahora bien Nabucodonosor no actuó  exclusivamente contra los israelitas como  señalan las crónicas occidentales y como defienden los sionistas, las víctimas eternas, sino que actuó contra todas las tribus rebeldes que atacaban a las caravanas.
Tras la captura de todas las tribus árabes rebeldes, incluida la israelita, estas fueron deportadas a Babilonia, donde  se las mantuvo hasta el año 539 a. C. Año en el que tras la caída de Babilonia Ciro el Grande las indulto y todos los desplazados a Babilonia, incluidos los israelitas,  regresaron a su tierra natal en el oeste y sur de la antigua Arabia.
De todo lo antes citado ha quedado constancia dado que en muchas tablillas cuneiformes se marcaban cuáles habían sido los conflictos bélicos y cuales los  que habían salido victoriosos o habían sido derrotados. A lo largo el siglo XX muchas han sido descubiertas en diferentes excavaciones.
Ahora vamos a dar un salto histórico y de nuevo regresaremos a finales del siglo XX y principio del XXI.
Pues bien  nos encontramos con que desde el momento en que Theodor Herzl fundó el movimiento sionista, y sobre todo desde la creación del Estado de Israel en 1948, para los judíos sionistas resulta de una importancia capital y de supervivencia mantener  esa mentira de que son originarios de Palestina y que estuvieron esclavizados en Egipto. 
                                                   

Es entonces cuando deciden acabar con cualquier resto  arqueológico que pudiese poner en entredicho  ese cuento según el cual son originarios de Palestina, son pueblo elegido y son monoteístas.
Para acabar con  esa posibilidad se sirven de su poder sobre la política exterior y militar de EEUU. Por un lado provocan o utilizan la ocupación de Irak en Marzo del 2003, de modo que el ejército USA expolió y destruyó gran parte de las piezas y estatuas que había en el Museo nacional de Bagdad, a la vez que las fuerzas ocupantes  norteamericanas permitieron el saqueo y destrucción de la mayoría de los restos arqueológicos allí guardados.

                                                          


Por otro lado ese mismo poder que ejerce el lobby judío en USA hizo que la CIA y otros servicios de información de la OTAN, creasen junto al Mossad el grupo terrorista takfirí Daesh-ISIS.
                                                   


 Es conocido por todos que este grupo islamista radical se ha dedicado a acabar con restos arqueológicos de las zonas que controlan en  el sur de Siria, el norte de Irak  en la parte de Turquía colindante con Irak.
A esto hay que sumar  el ataque militar iniciado el año pasado de Arabia Saudí sobre Yemen, donde ha dañado valiosas esculturas y antiguos restos arqueológicos, sobre todo en la ciudad de Hatra, sita curiosamente en la zona norte de Yemen.

                                                     
   





El pueblo israelí es originario de Arabia y Yemen, no tiene derecho sobre Palestina y ahora Israel con la ayuda de su títere EEUU trata de acabar con cualquier resto arqueológico que pueda demostrarlo.

                                                           

                                                                

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