martes, 3 de noviembre de 2015

La lucha contra el sentimiento secesionista


                                             

La problemática causada por el nacionalismo catalán primero y por su deriva secesionista después han provocado en el resto de España toda una serie de reacciones y actitudes que resultan del todo contraproducentes e injustas, unas reacciones que pueden resultar comprensibles puesto que son ya décadas, especialmente durante estas dos últimas, en las cuales se ha acusado al resto de España de estar robando, explotando y de haber estado maltratando a Cataluña.
 Han sido décadas durante las cuales el resto de los españoles hemos asistido a como  se nos tachaba de ladrones, de holgazanes y de aprovechados así como calificados de opresores de una nación, inexistente, que supuestamente ha vivido de rodillas ante el cruel poder español.
En todo este tiempo los españoles que no somos nacionalistas ni apoyamos forma alguna de secesionísmo nos hemos enfrentado a que nuestro nivel de riqueza, las infraestructuras y la economía en general  está muy por debajo de esa Cataluña a la que los nacionalistas y secesionistas dicen que robamos y maltratamos.
A todo lo anterior hay que sumar el dolor que a la inmensa mayoría de los españoles no catalanes nos causa  que una parte de esa familia común que es España quisiera romper nuestra empresa común que es la realidad nacional de la Patria.


Ante todo este cumulo de ofensas, de ataques gratuitos y de golpes contra lo más profundo del sentimiento nacional de España han surgido, sin duda con la mejor de las intenciones, varias medidas buscando enfrentar ese nacionalismo y secesionismo catalanes.

Tal y como apuntamos al comienzo del presente artículo, lejos de acabar con el sentimiento nacionalista y la intención secesionistas, estas medidas han resultado y resultan no sólo inútiles sino contraproducentes. Y es que han movido, involuntariamente por supuesto, al incremento de ese victimismo del que tan bien se ha sabido nutrir los nacionalistas y secesionistas.
Las medidas a las que me vengo refiriendo son muy distintas en cuanto a su planteamiento pero resultan similares si nos fijamos en sus consecuencias.
Nos encontramos ante dos tipos de medidas hasta cierto punto contrario pero idénticamente inadecuado, estas medidas se formulan de manera diferente y las vamos a clasificar en dos grupos:

El primero de estos se basa en intentar seducir a los nacionalistas y secesionistas recurriendo  a sobornarles mediante la concesión de mayores transferencias y dotando a la autonomía catalana de una hacienda propia, de un concierto económico especial o dotar a la comunidad autónoma catalana o de un estatuto de tan amplias atribuciones que de hecho se le dota de hecho, aunque no de derecho, de cierta independencia  “nacional”.

                                                 
Negociación parece ser la palabra totémica de este planteamiento seductor, aunque la historia nos ha demostrado que esta estrategia no ha logrado aplacar el sentimiento nacionalista ni las ansias secesionista, y esto dado que ha reafirmado el sentimiento de diferenciación respecto al resto de España pues se le permite un tratamiento  legal y económico distinto y superior respecto a otras partes de España.

El segundo grupo estaría integrado por una serie de medidas discriminatorias y de desprecio  hacia Cataluña en general, sin diferenciar claramente entre nacionalistas-secesionistas y el resto de catalanes.
La medida más conocida y publicitada es el boicot a los productos catalanes, aunque del mismo modo habría que incluir esa generalización que se hace  de decir catalanes cuando habría que  señalar  secesionistas catalanes o nacionalistas catalanes.
Esta segunda manera de enfrentar el problema del nacionalismo y del secesionismo presenta la misma problemática que la de la seducción   que antes hemos visto, en esta vemos como nuevamente confirmamos a los separatistas en su concepción de Cataluña como algo distinto al resto de España, con el añadido de que en este caso estamos aumentando la victimización, lo que sumaría nuevos adeptos al nacionalismo pues se verían víctimas del ataque “españolista”.
    


La única manera de afrontar el sentimiento nacionalista es la afirmación de la españolidad de Cataluña: “no nos engañan Cataluña es España”, acudiendo a argumentos de la historia, de España como empresa común y mediante un tratamiento radicalmente similar, en lo legal y económico, de  Cataluña y el resto de España.

                                                   


                                                


Otra  cuestión, bien diferente, es el tema de la secesión en tanto que acción legal, para afrontar esta cuestión sólo sirve la más dura aplicación de la ley para salvaguardar la Unidad Nacional, recurriendo al Estado de Excepción y a la actuación de las Fuerzas Armadas si fuese preciso.

                                                         

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