lunes, 12 de mayo de 2014

Luchar contra la secesión es cosa nuestra.

                                                                 


En estos momentos España atraviesa una situación de verdadera  emergencia, pasa por unas circunstancias críticas que afectan, tanto a la Justicia Social y a la economía como a la Unidad Nacional, aunque da la impresión de que para la mayoría de los ciudadanos y la práctica totalidad de la casta política tan solo importa la problemática económica.

En esta entrada nos vamos a centrar en la segunda, es decir en la crisis que afecta a la Unidad Nacional.
Y lo haremos así por considerar   que la ruptura de la unidad de la Nación llevaría aparejada la destrucción  irreversible de la identidad española como Nación.

Pero el hecho de centrarnos ahora en la crítica situación de la Unidad de la Nación no debe entenderse como una minusvaloración de la crisis económico-social y del ataque a la Justicia Social de la que es víctima nuestra Patria. Este desprecio no se produce ya que la Justicia Social y la Unidad Nacional  funcionan a modo de vasos comunicantes que conjuntamente dan forma a la realidad de España.

Y es que no se pueden mirar las estrellas sin tener los pies bien asentados en la tierra, cualquier persona que carezca de lo básico o viva en la miseria difícilmente podrá elevar la vista buscando  intereses patrios o espirituales. Como es lógico, su interés se concentrará en la supervivencia y en lograr una vida mínimamente digna para su persona y para la de los suyos.

Es así que los 5,9 de millones de personas sin trabajo, las 2 millones de familias en las que todos sus miembros están en paro, el alto porcentaje de pobreza infantil  y los 700 0000  españoles que han emigrado en busca de un empleo, resultan un activo del que se sirven los secesionistas,  se hacen con la voluntad de esa gran cantidad de personas que  dada la situación no se preocupan por los intereses nacionales.

La situación económica, el desempleo, los impuestos abusivos y los recortes en sanidad, han provocado  que se cree un malestar social que se ha sabido canalizar  en contra de España, el “Madrid nos roba”,y a favor de un idílico Estado catalán. Es así que el victimismo nacionalista ha resultado tan útil, ya que al ofrecer al pueblo desesperado una “cabeza de turco” a la que responsabilizar de los males que padece,  este ha cedido a las pretensiones del secesionismo antiespañol.
Este victimismo ha funcionado y funciona tan bien debido a que  durante  más de tres décadas generaciones de niños y jóvenes catalanes han sido  ideologizados en el nacionalismo en colegios, institutos y universidades.
Por este sistema han sido  millones los catalanes a los que se les ha lavado el cerebro desde posturas independentistas.

De todo lo arriba señalado podemos considerar que la crisis económica y la ausencia de Justicia Social es efecto de la política nacionalista, a la par que causa  de la generalización del secesionismo catalán.

La duda está en si la crisis económica y los recortes,  sociales y sanitarios, han sido aprovechados con posterioridad a haber aparecido o si forman parte de una estrategia previamente elaborada para que una gran parte de la población apoye la independencia de Cataluña.

Desde luego no es la primera ocasión en la que el independentismo hace de las suyas en Cataluña, pero en esta ocasión hay una cuestión que convierte la actual situación en algo novedoso y extremadamente peligroso: la ausencia de una autoridad que responda y de una conciencia nacional en el pueblo español.

En otros momentos de la historia se ha llegado incluso a que la Generalidad declarase  unilateralmente la independencia y dijese constituirse un Estado Catalán,  pero la diferencia, sustancial, con el momento actual reside en que en todas las anteriores aventuras secesionistas hubo siempre un gobierno nacional que supo tomar las medidas que fueron precisas para salvaguardar la unidad entre las tierras de España.
La situación actual es tal que las actuales autoridades carecen de conciencia de Unidad Nacional brille y  esas mismas autoridades carecen de  “agallas” y/o responsabilidad  para adoptar las medidas que en cada momento resulten precisas aplicar lo que convierte el actual escenario en sumamente delicado.

La gravedad de la situación que se da ahora en Cataluña se fraguo cuando se redactó la constitución, la minúscula es intencionada, de 1978, fue en ese  funesto momento cuando se puso en marcha el pernicioso sistema de las autonomías, pero fue  especialmente grave haber incluido  el término “nacionalidades”, y es que según el derecho internacional toda nación tiene derecho a constituir un Estado.
 Esta graciosa concesión que los padres “putativos” de la Carta Magna, este calificar de nacionalidades históricas a Cataluña, Vascongadas y Galicia no consiguió  frenar la violencia terrorista ni integrar en la política nacional a los independentistas. Lo que si consiguió, y no tardaremos mucho en sufrirlo, es  poner en peligro la Unidad Nacional y dar base  jurídica a nivel internacional a una más que probable declaración unilateral de independencia  por parte de la Generalidad catalana.


El inicio de la  marcha hacia  la independencia en Cataluña tiene la problemática añadida del momento histórico en que  se desarrolla, no hay que perder de vista que en la última década se han puesto en marcha movimientos secesionistas y han alcanzado la independencia  diferentes zonas del territorio europeo. Todas estas situaciones para nada pueden equipararse con la de Cataluña, por mucho que los independentistas catalanes pretendan establecer  similitudes que no existen.

Todas las situaciones de secesión, anexión o reintegración territorial  ,acaecidas recientemente, nos dotan de una serie de datos que nos permiten deducir que la posición  de las potencias trasatlánticas (UE, OTAN y USA) no se ha basado nunca, ni se basará, en el apoyo a la unidad territorial, a la realidad histórica o al respeto del derecho internacional.
 Lo único que marca la postura de estas potencias respecto a la secesión ha sido y será la consecución de sus intereses geoestratégicos y económicos.

Los españoles que nos oponemos a que nuestra Nación se fragmente hemos de tener meridianamente claro que para evitar tal cosa contamos exclusivamente con nosotros, toda esperanza depositada en los de fuera, en la casta política de dentro, en el ejército  o en el Borbón no  es otra cosa que autoengaño y perdida de tiempo.

Frente al secesionismo se repite mucho a un mantra que afirma que la Unión Europea no permitiría que una Cataluña desgajada de España forme parte de la UE, se  habla de que no sería reconocida como Estado soberano y que económicamente no podría seguir formando parte de la eurozona.
Todo esto no son más que palabras huecas carentes de  base.


Y digo que son afirmaciones vacías dado que la experiencia de lo acontecido en Europa en la última década dice todo lo contrario.

Kosovo era una provincia de Servia, la Unión Europea requirió a esta para que concediese autonomía a Servia lo cual hizo. Pero una vez que Kosovo fue dotada de cierto grado de autonomía su respuesta fue declarar de modo unilateral la independencia. La Unión Europea en su práctica totalidad y los EEUU la reconocieron como Estado independiente.
Los intereses geopolíticos y económicos de las  potencias transatlánticas, especialmente las del eje franco-alemán y de los EEUU, habían llevado a presentar a Serbia como agresora y a Kosovo como víctima, cuando  esta última  estaba tratando de romper la unidad política y territorial de la antigua Yugoslavia. Las potencias occidentales llegaron incluso a utilizar la fuerza aérea de la OTAN para bombardear territorio  serbio y a pasar de considerar a la UCK grupo terrorista relacionado con el narcotráfico a presentarlo como un ejercito de liberación.

                                                                  


En el reciente caso de Ucrania, que todavía se está desarrollando, el papel de la UE, la OTAN y los EEUU no ha podido ser más vergonzoso, hipócrita a la par que interesado.
Los intereses económicos y militares buscaban la expansión hacia el este tanto de la OTAN como de la UE , y para alcanzar estos objetivos  las organizaciones antes mencionadas no han dudado ni un segundo en saltarse el derecho internacional, la soberanía  de un país y el respeto a las autoridades legítimamente constituidas. Prepararon, dirigieron y apoyaron un golpe de estado, que impuso un gobierno absolutamente favorable a los intereses económicos y militares que perseguían. Estos intereses no eran otros  que  Ucrania entrase en el área de influencia económica de la UE y militar de la OTAN, y saliese de la orbita rusa.

Tras apoyar el golpe de Estado llevado a cabo bajo le escusa de una revolución pacífica, La UE, ha tenido la hipócrita desfachatez de criticar  el referéndum realizado en Crimea y el posterior retorno de esta a Rusia, recordar que hasta 1953 Crimea formaba parte de Rusia.

Es decir, en función de sus intereses la UE y los EEUU no sólo apoyarán  la independencia de un territorio como Kosovo, sino que  participarán en la puesta en marcha y desarrollo de un golpe de Estado.


Hay que ser muy ingenuo, por no utilizar otro adjetivo, para confiar  en que  asociaciones como la UE,la OTAN o los gobiernos del eje franco-alemán y de EEUU vayan a colaborar  para que Cataluña no se  secesiones. Su actitud dependerá de cuales sean los intereses geoestratégicos y económicos que para ellos estén en juego.

                                                                


Hay una serie de informaciones que a pesar de su importancia se han pasado por alto, tanto por no haber sido suficientemente publicitadas  como por no haberlas sabido/querido  situar en su lugar dentro del tablero geoestratégico en el que nos encontramos. 
Me refiero concretamente a dos:


En primer lugar  que un alto responsable de  la embajada, el agregado comercial, de los EEUU se encontrase en el acto que la Generalidad realizó en la capital de España.

Este dato fue conocido merced a que un grupo irrumpió en el señalado acto al grito de “ No nos engañan, Cataluña es España” resulta que  una niña de cinco años, la hija del  responsable de la embajada USA, resultó con una ligera contusión  por algún empujón.
Si no hubiese sido por esta circunstancia fortuita nunca nos hubiésemos enterado de su presencia, con lo que ello lleva aparejado, pues no se trataba de ningún acto institucional.

El segundo se refiere a  que un alto mandatario del Consejo de Europa, después de afirmar que una Cataluña independiente de España no tendría cabida en la Unión Europea, pidió al Gobierno español que concediese a  Cataluña un mayor grado de autogobierno. Resulta que la autonomía y el autogobierno del que disfruta  Cataluña es el mayor que posee ninguna otra región en toda la Unión Europea. Pareciese que no pueden  hacer una afirmación rotunda al respecto, tratan de  poner una vela a Dios y otra al diablo. No quieren dejar cerrada la puerta de las relaciones económico-políticas con los secesionistas por si acaso llega a puerto la tan cacareada declaración de independencia.

Para el eje franco-alemán  una España débil es un gran  objetivo ya que de un lado desplazaría aún más  el poderío económico y el dominio sobre las ya inexistentes soberanías de los países-nación del sur hacia Centroeuropa.
 Para Francia la debilidad española  acrecentaría su poder e influencia  en la zona norte del continente africano.

                                                                   


Para EEUU España siempre ha sido un lugar a controlar totalmente y constituirla en una gran base, lo cual le daría un poderío total sobre el Mediterráneo, al controlar el estrecho de Gibraltar, ya controla la zona este con las bases en Italia y Turquía.

Y la mejor manera de debilitar es dividiendo.
Ya sabemos, por lo que le dijo el entonces vicepresidente H. Kissinger al presidente Carrero Blanco en 1973, que ha EEUU no le conviene una España fuerte porque, en palabras de Kissinger:  “Una España fuerte es un peligro para el mundo”, su mundo se entiende.

                                                                         



Nos encontramos con que tampoco podemos depositar esperanza alguna  en un gobierno, que lejos de hacer que se cumplan las sentencias de los tribunales, supremo y constitucional, han dictado,  ha permitido que se incumplan, siendo cómplices por omisión de que los ciudadanos españoles no independentistas que viven en Cataluña sean tratados en temas como  el del idioma y el del uso de la enseña nacional de modo  humillante.

La figura del Borbón, que según la Constitución vigente es representación de la Unidad de la Nación tampoco ha movido un dedo para defender los derechos de los catalanes  sometidos a la tiranía nacionalista.
Pero que se puede esperar de alguien que con tal de  obtener y mantener  la corona ha sido capaz de jurar las Leyes Fundamentales para luego perjurar, de sancionar la Constitución del 78 para luego no cumplir su papel respecto a la Unidad Nacional, de organizar una pantomima de golpe de Estado  para afianzar su figura como rey, engañando a los españoles, y de traicionar a su padre a la hora de aceptar la continuidad en la jefatura del Estado a título de rey a la muerte de Franco.

                                                                    



El Borbón ni ha movido ni moverá un solo dedo a menos que de ello derive algún beneficio particular.

¿Y del ejército que se puede esperar?, es duro decir esto respecto de  una institución tan heroica como querida,  pero nada, absolutamente nada podemos esperar.
Cuando en una situación tan grave como la actual, en la que está en juego nada menos que la Unidad Nacional, no se ha elevado públicamente la voz de ningún militar alertando sobre la situación ni mucho menos  advirtiendo sobre la obligación que bajo juramento han contraído de defender la Unidad de España nada se puede esperar de  un ejercito de funcionarios con uniforme.
Lo único que se han escuchado son  palabras hablando de que su papel no es la política, de que están sometidos a la autoridad civil o del valor de la obediencia en la Milicia.

                                                               



Pues si se piensan someter a todas las medidas que tome el gobierno o esperan las órdenes de su majestad, mía no, pobre España.

En lo que hace a la actitud silenciosa del ejercito respecto a este tema se podrá objetar, tal y como hizo un general retirado, que los generales y la JUJEM (Junta de Jefes de Estado Mayor) no hacen ninguna proclama o advertencia para no ser cesados y poder permanecer en sus puestos de mando y de este modo poder actuar cuando la situación lo haga necesario.

Pero por muy coherente  que pueda parecer la argumentación, a mi entender resulta sumamente peligrosa, esperar al momento en que se haga inevitable la acción militar en lugar de reconvenir a las autoridades para que apliquen en el momento actual la ley puede producir un efecto contrario al deseado.




Tras la victoria en un referéndum de autodeterminación y una posterior declaración unilateral de independencia sería una victoria estratégica para los secesionistas catalanes una intervención militar, y las consiguientes imágenes. Los convertiría automaticamente en víctimas de un “golpe fascista” contra una nación, “nacionalidad”, con derecho a un Estado propio. De ahí a una resolución condenatoria por parte de la ONU y una posterior acción de la OTAN va un paso. Los intereses ya se han citado.

Al final, tal y como ha ocurrido a lo largo de nuestra historia, la salvación de España ante situaciones críticas se encuentra en manos del pueblo español. Como ocurrió cuando los franceses nos invadieron la corona no hizo nada, el gobierno afrancesado trató de nadar y guardar la ropa y el ejercito poco.  Fue la acción del pueblo español, levantado en armas, el que expulsó al gabacho. 

De igual forma nos encontramos  ante una situación que nos obliga a actuar, pero lo hemos de hacer con inteligencia, combatiendo todos y cada uno de los puntos de los que los secesionistas  se pretenden servir.

Este combate no va a ser, al menos en un primer momento, el de la guerrilla, el fusil o la bayoneta, será el de la inteligencia, la estrategia y el de la psicología de masas.

Lo primero que se ha de hacer es marcar con claridad cuales son los escenarios donde se jugarán los distintos  tiempos del partido o batallas de la guerra. Estos escenarios   los han marcado los secesionistas con sus estrategias, y es en cada uno de estos escenarios en los que se habrá de combatir con  estrategias contrarias, hemos de  conseguir que sus acciones se vuelvan  contra de sus objetivos  secesionistas  y se pongan a favor del nuestro que es salvaguardar la Unidad Nacional.

Los frentes de lucha han de combatir la propaganda internacional, la inmigración marroquí para conseguir votos, la sensación de que sólo ellos transmiten imágenes de  calles llenas de  secesionistas. Se ha de denunciar a la generalidad, y al gobierno central si es preciso, ante Estrasburgo para llevar  una imagen de  totalitarismo del gobierno secesionista  de CiU, y se debe lograr que los mossos protejan manifestaciones legales  a favor de la Unidad Nacional para lograr un enfrentamiento entre secesionistas y las fuerzas a las órdenes de la Generalidad, etc.

                                                                    





A eso me refiero cuando hablo de actuar con inteligencia y estrategia. Cuando no halla más remedio se usarán también otros métodos.

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