martes, 15 de abril de 2014

Crimea y el secesionismo catalán.


                                                                                 


Por mucho que lo pretendan algunos, lo ocurrido en Crimea no puede equiparse  con la situación catalana. No existe  parecido alguno, ni a nivel histórico ni en ningún otro aspecto. Partiendo de esta premisa considero necesario precisar algunos puntos si realmente se pretende tener un mínimo de conocimiento de lo que  ha significado la  anexión de Crimea a Rusia. Con todo esto tendremos suficientes elementos de juicio para deducir las conclusiones finales del artículo.
 No podemos pasar por alto los posicionamientos políticos y las actitudes que han tomado la Unión Europea y los Estados Unidos. Estos datos nos resultarán sumamente útiles para concluir cual puede ser en un futuro la posición de nuestros “socios” europeos y la del “primo americano” ante una hipotética secesión de Cataluña, que esperemos nunca se dé. 
Para empezar es preciso señalar que tanto la Unión Europea como los Estados Unidos se han opuesto de un modo tajante al referéndum celebrado en Crimea y a la posterior anexión  de esta a la Federación Rusa.

                                                                          


Esta oposición  ha sido plasmada por la Unión Europea a través de declaraciones del Parlamento Europeo y especialmente en una declaración oficial en la que denunciaba que se trataba de “un crimen contra la  nación”, Ucrania se entiende.
Los Estados Unidos han plasmado esa oposición tanto a través de declaraciones como  negando el visado   de entrada a los altos mandatarios de Crimea  así como a todos aquellos que  se han destacado por  favorecer o apoyar la  separación de Ucrania y la anexión , regreso, a Rusia.

Pero este posicionamiento no ha sido motivado por cuestiones relacionadas con una supuesta violación del derecho internacional o por que se halla visto atacada la de integridad de las fronteras de un estado, lo que verdaderamente  se esconde tras este rechazo al referéndum y su posterior anexión a Rusia son razones económicas e intereses geoestratégicos.

Si nos fijamos en los intereses económicos  veremos dos cuestiones principales: por un lado se busca promover la adhesión a la Unión Europea para aumentar el poder económico e influencia  de la Europa del euro, y por otro la dependencia  que tienen los países que constituyen el núcleo principal de la UE (Francia y Alemania principalmente) del gas que proviene de Rusia y cuyos gaseoductos han de atravesar de manera forzosa territorio ucraniano, baste con señalar que el gas ruso cubre ya la mitad de las necesidades energéticas de la Europa situada al este del Rin.

                                                                    

Por otro lado nos encontramos con  los intereses geoestratégicos, intereses que son básicos para la ordenación de los poderes políticos y militares que las potencias  occidentales pretenden  establecer.

Para la expansión  que la OTAN lleva a cabo, el control de la política y del territorio ucraniano resulta esencial.

                                                                      
Una vez que se ha desmoronado la URSS, los EEUU pretenden establecer un  ordenamiento  en el que se convierta en la única superpotencia, para ello Rusia habrá de ser relegada a un segundo plano en lo económico y en lo militar.  La extensión hacia el este de la alianza atlántica es una necesidad perentoria si se pretende  alcanzar esta supremacía absoluta.
Parte fundamental para alcanzar esta supremacía militar gira alrededor del despliegue del escudo antimisiles (ABM) de la OTAN, que implementó Bush en el año 2000. Este “paraguas” pretende mantener el territorio de la OTAN, EEUU incluido, protegido de los misiles nucleares rusos.

Todo lo que más arriba hemos señalado crea una situación sumamente peligrosa para la Federación Rusa, ya que  la expansión de la OTAN hacia el este le priva de un “colchón” defensivo al colocar las fuerzas  de esta organización a las puertas de las fronteras rusas. Y la puesta en marcha del  ABM constituye un serio ataque al equilibrio nuclear, puesto que de hecho acabaría  con la fuerza nuclear rusa  dando a los EEUU la posibilidad de “golpear primero” impidiendo cualquier tipo de respuesta nuclear útil por parte de Rusia. En otras palabras, la política del equilibrio basado en la disuasión  se rompería en pedazos.

                          

                                                                                      

Y en ambos casos,  Ucrania y Crimea  juegan un papel crucial.


Una Crimea prooccidental y atlantista sería un gravísimo problema para Rusia dado que la inmensa base naval rusa sita en Sebstoo- Crimea pasaría a estar controlada de hecho por la política OTAN. Siendo así que Rusia perdería su principal acceso  al Mar Negro.

                                                                 
     



Todo esto pone de manifiesto hasta que punto Rusia tienen un interés tan grande en que  Ucrania y Crimea no caigan bajo la influencia atlantista (ya sea de la UE o de la OTAN).

En todo este cúmulo de intereses hay que  colocar los sucesos que se dieron en Kiev, y que llevaron a la caída del presidente legítimo de la República de Ucrania.
Todas las manifestaciones y revueltas “populares”, organizadas subvencionadas y apoyadas por la Unión Europea y los Estados Unidos, decían tener como objetivo que Ucrania suscribiese un Tratado económico con la Unión Europea, tratado que en el 12013 se negó a firmar el gobierno legitimo ucraniano, presidido por el ahora depuesto por los golpistas de Kiev, Victor Yanukovich.

                                                                    


Lo cierto es que  ese supuesto interés  por que  se firmase el acuerdo con la UE no era otra cosa que una cortina de humo  tras la cual se escondía  una política de expansión económica y militar de la UE y de la OTAN  hacia el este, una  política que iría poco a poco aislando a Rusia para favorecer que USA adquiriese la condición de  única superpotencia del orbe.

                                                                   

Y aquí es donde  entra en juego  el papel de un verdadero estadista, Vladimir Putin, que ha hecho frente a todas las presiones internacionales  que pretendían  acabar con el papel preponderante que en la escena internacional tenía, y aún tiene, Rusia.
Que diferencia con la castuza política que malgobierna nuestra España y que ha vendido por un plato de lentejas nuestra soberanía  al someter nuestra legislación a los dictados de Bruselas, al destruir la economía  productiva para poder ser miembro de la CEE, al poner a las órdenes de la OTAN nuestras Fuerzas Armadas, para misiones humanitarias, a la par que nuestros ejércitos cada vez son menos operativos.

Un tema que bajo ningún punto de vista puede obviarse, por mucho que lo silencien  los medios de “información” y manipulación de masas, es  el que hace referencia a la cuestión histórica, un aspecto este fundamental para entender la  actitud de los habitantes de  Crimea y de la Ucrania del Este así como el de la propia Rusia.

Ucrania forma parte de Rusia desde el año 1783 cuando los zares la liberaron de la ocupación  del Kanato de Kiev, dependiente del imperio otomano.

Crimea fue invadida por los turcos en 1475, liberada por los rusos en 1777, pasando a formar parte del imperio ruso en 1783. Es  durante  la tiranía de la URSS, cuando en 1954 Rusia la cede a Ucrania.

                                                                      

Conociendo esta realidad histórica se entiende y justifica absolutamente el sentimiento proruso  de la mayor parte de la población en Ucrania y especialmente en Crimea.

Nadie puede establecer  parecido alguno  con la situación  que se da en Cataluña, por mucho que los secesionistas  pretendan hacerlo.

Cataluña nunca ha formado parte de una entidad política distinta  a España, y desde hace cientos de años forma parte de esa Patria común que se llama España, otra cosa es que en estos últimos años los cobardes que nos “gobiernan” no hayan tenido  el coraje de  defender la Unidad Nacional ni los derechos de los derechos de los catalanes no nacionalistas.

                                                                

Muy al contrario ocurre con Putin, el cual ha señalado que  no permitirá que los ucranianos de ascendencia rusa sean  discriminados o vejados.

Un punto que hay que destacar,  para que quede meridianamente claro, es que  la actitud que la  Unión Europea ha mantenido y mantiene respecto a la independencia de Crimea y su reincorporación a Rusia ha sido de abierta oposición, pero exclusivamente por razones de intereses económicos y geoestratégicos. Lo que no podemos esperar los españoles es recibir ningún tipo de apoyo  político por parte de la Europa de los mercaderes, vendidos a los Yankees, en caso de una hipotética secesión de Cataluña ya que los intereses económicos y geoestratégicos  no son los mismos ni serían precisamente favorables a  nuestro país. Nuestros “amigos” europeos y el “primo de Zumosol”  yankee nos dejarían en la estacada a las primeras de cambio.

                                                                     

Y quién dude de todo esto no tiene más que preguntarse por que razón  la Unión Europea ha tachado de “crimen a la nación” el referendum  de Crimea, mientras que respecto a la búsqueda de la secesión de Cataluña su política es mantener un silencio cómplice.
Del mismo modo habría que preguntarse  a que esperan los EEUU para amenazar a los gobernantes de la generalidad catalana y a los políticos secesionistas de Cataluña con retirarles el visado de entrada en USA.
Esto junto a la carencia de verdaderos estadistas que estén dispuestos a luchar por mantener la Unidad Nacional, haciendo frente a las circunstancias que sean precisas, no vaticina un futuro precisamente halagüeño.

No perder de vista lo rastrero de la política de nuestros  “grandes estadistas”, los cuales han llegado a vender por un plato de lentejas la seguridad de los españoles al  permitir que en las bases de Rota y Morón se instalasen los puntales básicos del escudo antimisiles, lo que llevó aparejada una airada protesta del primer ministro ruso  Dimitri Medvedev y que los misiles nucleares rusos apuntasen a territorio español, cosa que antes no ocurría.

                                                                    



A Europa le conviene una España dividida, que al ser debil es más fácil de controlar, y que se convierta en una economía  sometida   de modo tiránico a los mandatos del BCE y del FMI, una economía similar a las asiáticas, de  trabajadores esclavos carentes de derechos sociales  al servicio de un poder financiero internacional.

                                                                    

En el caso de los EEUU, una España débil sería  el mejor escenario para que se pudiese llevar a cabo el proyecto  de  constituir la península ibérica en un gigantesco portaviones natural al servicio de los intereses imperialistas  Yankees.

                                                                  

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