martes, 8 de abril de 2014

Crimea-Rusia-Ucrania.


                                                                               

Nuevamente Europa está haciendo el ridículo, una vez más es el perrito faldero de los Yankees, el títere de unos Estados Unidos vendidos a los sionistas de Wall Street  y de la City londinense.
A la Unión Europea parece no importarle  seguir una política hipócrita, injusta y rastrera con tal de mantener contento a su dueño.
Esta Europa de los mercaderes no es capaz de dar un puñetazo sobre la mesa para  afirmar su identidad, defender su independencia, los intereses de sus ciudadanos y alinearse con aquellos pueblos que tienen una misma cosmovisión, una cosmovisión que desde luego no es la del dólar, la Coca Cola y la estrella de David.

                                                               
         


 La vocación de la Unión Europea parece la de ser un pelele carente de voluntad y  espíritu, una nulidad que se deja manipular.
 Esta Europa, cuna de la civilización,  se aparta de su realidad  euroasiática para centrarse exclusivamente en la atlantista.
En este momento histórico, la Europa de la Unión Europea, esa Europa  sometida al poder de las altas finanzas, al mundialismo y al pensamiento chicle  de lo políticamente correcto no hace otra cosa que plegarse a las órdenes de unos EEUU vendidos al sionismo y a las de un imperio británico  que desde el mundialismo sionista y masónico mueve los hilos del poder financiero, político y militar de todo el orbe.

                                                                         

Esta Europa, antaño fortín espiritual del mundo, que tan mansa y cobardemente   se pliega a las indicaciones atlantistas está cayendo en la hipocresía, la injusticia y la infamia.

En estos momentos,  la Unión Europea deja clara su condición sumisa y cobarde  con la posición que mantiene ante los acontecimientos que se han dado, y aún  se dan, en Ucrania y Crimea.

Estos eventos han sido y están siendo tan interesadamente manipulados por los medios de “información” occidentales que resulta extremadamente difícil poder hacerse una idea cercana a la realidad de lo que allí acontece.
Esta dificultad deriva fundamentalmente del miserable ocultamiento de la  historia de los territorios a los que nos referimos.
 Es por ello que para aportar un poco de luz sobre la realidad del presente conflicto  es preciso señalar que  Ucrania forma parte de Rusia desde que en 1783 los zares acabaron con  el Kanato de Kiev, que era vasallo del imperio Otomano.

                                                                        

En el caso de Crimea nos encontramos con que en 1475 fue invadida por los turcos, los cuales poseyeron la península hasta 1777 en que fueron expulsados los últimos, en 1783 Crimea pasó a formar parte del Imperio ruso.
Ya en tiempos de la tiránica URSS, en 1954, Crimea fue cedida  por la RSFS de Rusia a la RSS de Ucrania.

                                                                      
La identidad rusa de ambos territorios es más que clara.

Aparte de esta filiación e identidad, que para nada puede ser obviada, nos encontramos con los acontecimientos que se han sucedido en los últimos meses.
Y es precisamente la actitud de la UE  frente a estos la que  muestra con claridad hasta que punto la hipocresía, la injusticia y la sumisión a las órdenes del “amigo americano” son los ejes de la Europa masónica y sionista.

                                                                    

Pero  en este caso también es  necesario retrotraernos un poco en el tiempo para comprender lo que ahora ocurre.
A partir de 1994 la Unión Europea fue dando pasos para una integración económica y una profundización de la cooperación política, En  febrero  del 2008 se iniciaron conversaciones sobre un Tratado de comercio entre Ucrania y la Unión Europea, pero las conversaciones se han ido alargando y no se llegó a firmar. De hecho Ucrania no firmaba el señalado tratado dado que le llevaría a empobrecerse, le haría depender del sector primario, dejando la transformación de los productos en industrias alemanas y francesas.

A finales del 2013  millares de ucranianos se manifestaron en la plaza Maidán, el mismo lugar donde se desarrolló la  revolución naranja del 2004, pidiendo. pacíficamente al principio, la firma del Tratado con la Unión Europea y posteriormente la caída del presidente legítimo  Victor Yanukovich.

                                                                    
Lo que realmente se pretendía era que Ucrania entrase en el área de influencia de la UE y la OTAN y se apartara de la de Rusia.

                                                                        

Motivados por este interés geoestratégico, la Unión Europea destinó , según fuentes de inteligencia norteamericanas, 15000 millones de dólares a los golpistas  que se sirvieron de una violencia ejercida por grupos paramilitares entrenados previamente por la OTAN en campamentos situados en Lituania. Estos grupos, financiados por la Unión Europea y los EEUU, dieron lo que Yanukovich tildó de “golpe de Estado”, haciéndose con el control del parlamento y del gobierno y poniendo en libertad a la  opositora Timochenko.

                                                                   

Desde un primer momento las cancillerías europeas y la de los EEUU fueron favorables a las manifestaciones, cada día más violentas de la plaza Maidán.

Pero según las fuentes antes señaladas una gran parte de esos 15000 millones de dólares se destinarían a  crear una especie de guardia pretoriana  para defender a los nuevos dirigentes y al nuevo parlamento, ya que estos no se fían del ejército ucraniano.

Inmediatamente después de que los golpistas accedieran al poder este gobierno fue reconocido por Alemania, Gran Bretaña y felicitado por el ejecutivo español.

Tras lo acontecido en Ucrania se llevó a cabo en Crimea un  referéndum en el cual se votaba la incorporación, regreso sería  una expresión más ajustada a la realidad, a la Federación Rusa. El resultado de este referéndum fue  aplastante  a favor de la incorporación. Ningún observador ha puesto en duda la limpieza del referéndum, ahora bien la hipocresía  surgió después, cuando esos mismos que tanta prisa se dieron en apoyar al gobierno golpista de Kiev  consideraron  ilegal la consulta y condenaron la reincorporación a Rusia de un territorio que formó parte de ella hasta que  la dictadura de la URSS la entregó  a Ucrania.


En estos momentos se dilucida la cuestión de que Rusia, además de contar con el apoyo y recibir la llamada de unas poblaciones, la ucraniana y la de Crimea, mayoritariamente rusófonas, trata de contener el expansionismo de la OTAN, el cual  está cercando a Rusia al colocar frente a sus fronteras países dominados militarmente por  los atlantistas, o sea por los EEUU.
Rusia no puede dejar caer fuera de su órbita a Ucrania puesto que para su seguridad precisa de un estado-colchón que garantice su seguridad ante el expansionismo de la OTAN hacia el este.

Dentro de esta misma partida se juega con una particularmente importante ficha, la del escudo antimisiles. (ABM) que implementó  George W. Bush en el 2000. La finalidad de este sistema es interceptar los misiles lanzados por los rusos antes de que estos alcanzasen sus objetivos.

                                                                           
A nadie se le escapa que la puesta en marcha del ABM llevaría aparejada una ruptura del equilibrio armamentístico nuclear existente entre Rusia y los EEUU, cosa que los rusos por seguridad no pueden permitir.

Si Ucrania entrase en la órbita atlantista, o incluso ingresase en la OTAN, se instalaría en un territorio limítrofe con Rusia  una parte fundamental  de este escudo antimisiles.
Nuevamente asoma la cara de la hipocresía, ya que se alaban las medidas de bloqueo que tomó el presidente Kennedy durante la crisis de los misiles de Cuba pero se rechaza cualquier  acción que pueda adoptar Rusia ante una amenaza parecida a la que ejerció la URSS al colocar en territorio cubano lanzaderas de misiles con la posibilidad de alcanzar territorio USA.

                                                                     

En los dos últimos días los acontecimientos se suceden a una velocidad de vértigo, pero esto no debe hacernos perder la perspectiva de lo que se mueve debajo de la superficie.

La población prorusa del este de Ucrania está siendo víctima de represión y violencia por parte de los golpistas de Kiev.

Ayer,en esa misma zona ucraniana se proclamó la República Popular de Jarkov, pidiendo la incorporación a Rusia y ayuda militar.

                                                                      

También ayer penetró en aguas del mar negro el destructor de misiles Donald Cook de la US NAVY.

                                                                    


Y no pensemos que todo esto  resulta ajeno para los intereses de España, puesto que los puntales fundamentales sitos en el sur de Europa que permitirán la operatividad del escudo antimisiles  se encuentran en territorio español, concretamente en las bases de Rota y Morón.

                                                                            


                                                                        


Cuando el gobierno español el año, 2004 dio luz verde a los Estados Unidos para que se instalase en Rota esa parte fundamental del escudo antimisiles el primer ministro ruso Dimitri Medvedev calificó de inaceptable tal decisión y puso de manifiesto que los misiles rusos apuntarían ahora a territorio español.

                                                                    

 El escudo antimisiles  en Rota está ya absolutamente operativo. Luego la cosa no es para tomarla a broma, y más ahora que la situación se agrava por momentos.

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