viernes, 2 de agosto de 2013

Urdangarín, el CNI y la monarquía.


                                                               


Cuantas más informaciones se conocen, aunque en un principio pudieran parecer  intrascendentes, referidas a la fundación Nóos- “Caso Urdangarín”, mayor es la implicación de los servicios  del Estado y de la más alta jerarquía de este en  todo este lamentable  asunto.

                                                                  

Se está poniendo de manifiesto que este chiringuito juancarlista  es un Estado de Desecho que se sirve te todo con tal de ocultar  sus vergüenzas.

Tras la declaración de Iñaki Urdangarín el pasado 16 de Julio en la Ciudad de la Justicia de Barcelona, hemos sabido que el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) era un peón más en todo el entramado.  “Cada cierto tiempo los Servicios Secretos revisaban los teléfonos y las comunicaciones para garantizar la seguridad del Duque de Palma”, en  otras palabras, estaban vigilando para hacer más eficaz el turbio negocio que el  yerno del  Rey llevaba a cabo.

Como es lógico pensar, y después se ha puesto de manifiesto, el CNI tenía puntual conocimiento de las actividades ilícitas de la Fundación “sin ánimo de lucro” que  dirigía el Duque de Palma, o “en-palma-do”, como a si mismo se definía en alguno de sus  famosos correos.

Resulta poco menos que imposible creer que la información  que llevó al Rey a conocer de las  “actividades” de su yerno y   solicitarle a este que las dejase  y pusiese “tierra de por medio” no se las hubiese proporcionado el CNI, más aún cuando este controlaba sus comunicaciones.
El hecho de que en lugar de poner en conocimiento de la Justicia la existencia de un delito avisase al presunto delincuente para que huyese  resulta como mínimo  “poco edificante”, cuando no delictivo.

                                                           



                                                         

Pero de lo anterior se puede deducir también, sin  asomo de duda,  que el CNI  era partícipe de  esta presunta  ilegalidad al no haber puesto en conocimiento de la justicia la  información una vez conocida a través de las escuchas y los controles para “garantizar la seguridad de Nóos".

Recientes correos presentados por el antiguo  socio del Duque de Palma ponen de manifiesto que este informó a la reina de que  ponía en  marcha el grupo Nóos. Resulta del mismo modo increíble que la monarca no tuviese conocimiento a través del CNI o de la Casa Real de la ilegalidad de los negocios que la fundación estaba llevando a cabo. Pero la actitud de la reina fue más allá de la del rey , no sólo no lo comunicó a la justicia e  indicó que  “pusiese tierra de por medio”, sino que además visitó al presunto delincuente en Nueva York.

                                                                     



La actitud de la judicatura, de los Servicios de Información, de los periodistas y de los políticos dan la  clara impresión de ser  meros colaboradores para el mantenimiento del régimen juancarlista que los cobija y del que se nutren. Para ello  parecen obviar  las informaciones que sobre el monarca y la monarquía se conocen.

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