martes, 21 de mayo de 2013

Fortuna, una renuncia vestida de solidaridad.



                                                                               


Los cortesanos de siempre, los palmeros del sistema juancarlista y  la prensa  “del pesebre”,  nos pretenden vender   que el Rey  renuncia al yate Fortuna   como una acción de solidaridad con todos los españoles que en estos difíciles momentos padecen en sus carnes el peso de la crisis. Pero como  en las próximas líneas se podrá comprobar, tal cosa es del todo falsa. No nos encontramos ante una acción  solidaria, nada más alejado de la realidad.

En el caso de esta “altruista y solidaria” renuncia   nos encontramos  ante  la confluencia de  unas necesidades y una oportunidad, una confluencia que es  utilizada de modo maquiavélico   con la única intención de  asegurar la continuidad de los privilegios que la institución monárquica concede al actual Jefe de Estado y a su familia.

                                                                   
                                                                                     
Si nos referimos a las necesidades, estas tienen como eje fundamental recuperar  el apoyo de un pueblo, que cada día se aleja más  de la institución monárquica, mostrándose contrario a su continuidad.
Esta oposición popular  se ha visto  espoleada por las acciones que el mismo monarca y su familia  vienen llevando a cabo sin pausa.
Cuestiones como el safari, las estafas de Urdangarín, la  actitud de la justicia con respecto a la infanta  Cristina o el escándalo de  la “princesa” Corina y sus supuestas gestiones  son parte de ellas.

                                                                     



Asimismo, el cada vez más  dudoso origen de la  fortuna del rey  y el verdadero  papel regio en la intentona  del 23 F, no hacen otra cosa que enconar  cada vez más la posición de la depauperada y hastiada población española.

Del mismo modo,  distintas cuestiones  hacen que  el monarca y su familia no quieran o puedan  utilizar  el yate Fortuna  y las aguas de Mallorca tal y como antes hacían. De un lado nos encontramos con que la  edad  del rey  y su cada vez más delicada salud hacen que  el uso de la nave le resulte menos agradable.
Por otro lado la convivencia familiar, tan tensa y  desagradable en los últimos tiempos, se hace casi insoportable en un espacio reducido como  es el del barco, por muy grande que este sea.
Y  en último lugar, los veraneos en Mallorca y los paseos en yate por sus aguas parecen haber dejado de ser del gusto de los miembros de la familia del Rey. Esta situación lleva a que los distintos “bandos” no quieran coincidir en un  mismo lugar y que por lo tanto busquen  lugares distintos para desarrollar sus actividades vacacionales y  veraniegas.

                                                               


Todo lo señalado son las necesidades; recobrar el apoyo popular  para que la monarquía pueda continuar más allá de Juan Carlos I y abandonar el yate como  punto de reunión familiar y de disfrute vacacional.

La oportunidad para que ambas  necesidades puedan ser alcanzadas aparece cuando Patrimonio Nacional comunica a la Casa real que  no puede hacerse cargo del mantenimiento  y cuidado del Fortuna, debido a que el costo que ello significa no puede ser afrontado con su  presupuesto.
Y es que  el mantenimiento del Fortuna (incluye reparaciones, amarre, sueldo de la tripulación, combustible, etc.) es de 1800000 €, piénsese que  tan solo llenar los tanques de la  nave cuesta 25000 €.
Llegados a este punto la Casa del rey, dudo mucho que  haya podido pensarlo el monarca, ha tomado el camino de “hacer de la necesidad virtud”.
Se ha aprovechado esta contingencia para presentar un hecho  motivado por la necesidad  como una decisión  solidaria digna de aplauso y admiración.

Pienso que  conviene  conocer algunos datos  de este yate del que durante décadas ha disfrutado el rey y su familia, sin que nadie de los que ahora  elogian la decisión real refiriese. Ahora afirman que el rey  deja de lado unos gastos suntuarios perfectamente prescindibles. Pero antes callaron  respecto a esos gastos.

Este yate, el Fortuna II, pues antes tenía otro, también cedido a Patrimonio Nacional aunque lo disfrutaba exclusivamente el monarca y su familia.
El Fortuna I  fue regalo del monarca saudí Fahd.

                                                                

En este punto hay que señalar que el hecho de ceder los yates, tanto el Fortuna I como el II a Patrimonio Nacional, no deja de ser una inversión, puesto que  de este modo  el mantenimiento y cuidado del yate es cubierto por los Presupuestos Generales del Estado, estando su uso y disfruté dedicado en  exclusiva al  mmonarca y a su familia.
El yate de la familia real, propiedad de Patrimonio Nacional. Lo es desde hace  13 años. Se trata de una nave de lujo con casco de aluminio que puede alcanzar una velocidad de 130 km/hora y que tiene un peso total de 35.4 toneladas, tiene un sistema de propulsión sin hélices  sumamente avanzado. Su precio se estima en unos 21 millones de euros (34.000 millones de las pesetas de entonces).

Este lujosísimo yate consta  de un salón, un comedor, una cocina, cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros más tres estancias para la tripulación.

Fue un obsequio de 30 empresarios  mallorquines como  premio y reconocimiento a la publicidad y apoyo que las Islas Baleares han recibido de la familia real  al pasar en la zona sus vacaciones y  participar en las regatas que en sus aguas se celebran.

Estos generosos, y seguramente “desinteresados” empresarios eran  los responsables de las siguientes empresas: Sol Meliá, Globalia y la Caja de Ahorros de Baleares, Sa Nostra.

Desde luego no resulta para nada ejemplarizante que empresarios privados regalen, y el monarca acepte, un regalo de tal calado puesto que  como mínimo levanta  sospechas de  soborno  o de que puede llevar aparejado tratos de favor hacia los que realizan  tal obsequio.

El uso que de  este yate ha hecho la familia real o el monarca ha ido  reduciéndose en los últimos tres años, aunque  su costosísimo mantenimiento ha continuado manteniéndose.

La oportunidad  se dio cuando el Presidente de  Patrimonio Nacional  D. José Rodríguez Spiten  informó a la Casa del Rey de que  Patrimonio Nacional no podía  hacerse cargo del mantenimiento y cuidado del yate Fortuna debido a  que el presupuesto de Patrimonio Nacional no lo permitía resultó providencial. Es así que el monarca renunció a su uso y solicitó al señalado  Presidente del Patrimonio Nacional la desafección del yate como bien de este organismo, Dejó la propiedad al Estado, dejando al Consejo de Ministros la decisión sobre el uso que de esta nave. Ahora parece que  la nave pasaría a formar parte de la Armada española.
De este modo el monarca podrá disponer de modo integro de la partida que los Presupuestos Generales del Estado dedica a la Casa Real.7.333.710.000 euros para este 2013, lo cierto es que mientras que fue propiedad de Patrimonio Nacional también era el Estado quién pagaba  su “juguete”.

Como puede verse, de solidaridad con el pueblo en esta situación crítica  nada. Tiene que ver con la “cesión”, por mucho que se quiera presentarlo de esa manera.

No nos dejemos engañar por los fuegos de artificio de esta casta política que medra a la sombra de este chiringuito que es el régimen juancarlista, ni por las palabras de estos  periodistas que comen del pesebre de las subvenciones. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario