martes, 14 de mayo de 2013

Los insectos y el hambre.



                                                                           
                                                                             

Ayer mismo,   la FAO  (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)  hizo público en Roma un comunicado en el que señalaba la necesidad de que  se generalizase el consumo  de insectos  como alternativa al hambre y a la  obesidad, que cada vez son más comunes en nuestro planeta.

Este comunicado ha sido  divulgado  de una forma sumamente amplia, al menos en  nuestro país,  por lo pintoresco de la referencia a incluir en nuestra dieta   insectos.


                                                                      

Pero tras la referencia a  este aspecto exótico se esconde, de un modo subliminal, un mensaje  eugenista, que jugando con  estadísticas, que no son otra  cosa que  manipulaciones, vienen a  hacer depender el hambre  del número de seres  humanos  que poblamos la tierra.
Según este informe, para el año 2030 el número de habitantes sobre la tierra alcanzaría   los 9000 millones, y con esa cantidad de habitantes la tierra no podría proporcionar suficiente alimento para  tan ingente  población.
Refiere que no sería posible  aumentar la  cantidad de terreno para la  agricultura o  ganadería debido a que se precisaría de una cantidad de agua de la que ese carece y que en caso de que se hiciese el gas metano que la producción produciría aceleraría el calentamiento global.
Del mismo modo señala que la  alimentación no podría  obtenerse de los océanos ya que estos están sobreexplotados, esquilmados

Partiendo de estos datos se infiere que tan solo la reducción de la población mundial, o poner freno a su crecimiento, podría conjurar la situación que se  predice.

Ahora bien, lo que señala subrepticiamente  el comunicado al hacer depender el hambre  de la población mundial no deja de ser una falacia. Y es que  no es tanto el tamaño de la población mundial cuanto  la  injusta y descompensada  repartición de estos alimentos lo que produce  la tierra lo que realmente causa hambre en zonas de la tierra.
Pero señalar esto no es conveniente para el despilfarrador “primer mundo” y menos aún para el emporio financiero-industrial que  se mantiene gracias a tan  indigna  utilización de las riquezas que la tierra produce. Pensemos que  la actual población del  planeta:7.116.000.000 habitantes,  podrían  ocupar exclusivamente  Australia, disponiendo cada uno de ellos de un kilómetro cuadrado de tierras.

Si la  distribución de los productos alimenticios que se producen en nuestro planeta fuese mínimamente equitativa la   ausencia del alimento necesario no sería tal.
Ahora bien, el mundo superdesarrollado vería  algo disminuido su  despilfarradora forma de vida y los grandes emporios  comerciales y financieros  no podrían  seguir con sus  gigantescos y vergonzosos beneficios.

Ahí se encuentra precisamente el quid de la cuestión, en que  el poder económico no acepta eso y prefiere la alternativa de  reducir drásticamente  la población mundial a través de hambrunas, guerras, vacunas con mercurio, generalización de semillas  transgénicas y guerras locales.


Como se sabe, una de las prioridades  que se  han marcado los dueños del mundo, esos que pretenden instaurar un Nuevo Orden Mundial es la de reducir de modo drástico, en más de  5000 millones, la población mundial. Y para ello qué mejor que convencer a la población  de que  el número de  habitantes del planeta resultan  excesivos y por causa de ello se produce el hambre y aumenta el calentamiento global, etc. Pero por supuesto evitan muy mucho hablar de las desigualdades en la repartición de los alimentos y en la manipulación que realizan las empresas y las potencias.

                                                              

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