miércoles, 10 de abril de 2013

Hacia el control poblacional- (colaboración).


                                                                                   


Se podrá decir cualquier cosa de Bill Gates, pero no que sea un vago. Desde muy jovencito no ha parado de “hacer”. Primero hizo -o contribuyó enormemente- que todo el planeta pudiera estar en contacto permanente y en tiempo real, léase Windows y su desarrollo informático en el acceso a Internet. Y cuando abandonó estas actividades no se quedó quieto, no. Entonces comenzó una gran labor altruista, especialmente a través de su “Fundación Gates”, después Bill y Melinda Gates -la mayor fundación privada y “transparente”-, con la sana intención -se supone- de compartir algo de su inmensa fortuna con los más desfavorecidos. Ciertamente, esta fundación tiene abiertos varios frentes de actividad en todo el mundo para ayudar a los que menos tienen. Labor digna de aplauso y admiración, sin ninguna duda. Aunque a nadie se le esconde que estas magnas fundaciones conllevan pingües beneficios desgravaciones fiscales brutales.

Sin embargo, hay otras actividades de este insigne filántropo que, cuando menos, llaman la atención.

En primer lugar, su participación en la llamada “Cámara Semillera Del Día del Juicio Final” en una isla de Noruega, cerca del Polo Norte, junto a otra gran fundación como es la de Rockefeller y a grandes corporaciones como Monsanto o Syngenta. Esta cámara está enclavada en ese lugar tan poco accesible para el común de los mortales y hecha a prueba de ataques de cualquier tipo, incluyendo el nuclear.

La idea es la misma que en otras cámaras semilleras creadas a lo largo de la historia, esto es: salvaguardar el mayor número posible de semillas de especies vegetales ante posibles catástrofes naturales o causadas por el hombre. La diferencia es el afán mundial de esta última.

Hasta aquí, perfecto, incluso elogiable, si no fuera porque estos “señores” se dedican, al mismo tiempo, a vender a los agricultores de todo el mundo sus “semillas genéticamente modificadas”. Semillas que garantizan una buena primera cosecha, pero que NO produce semillas nuevas, lo que obliga al agricultor a volver a comprar semillas a los mismos que guardan las semillas “fetenes” en su súper-cámara semillera. Así, el negocio está asegurado.

Por otra parte, esta insigne fundación de Bill y Melinda Gates se descuelga, en fecha reciente, con el anuncio de premiar con unos 100.000 dólares a quien presente una mejora significativa en los preservativos, tanto masculinos como femeninos. Una mejora -en anatomía, diseño, materiales, etc.- que implique principalmente que las personas “prefieran” usarlos antes que no usarlos. Evidentemente, esto traerá más seguridad y protección ante enfermedades de transmisión sexual, como el sida, pero también un mayor y mejor control de la natalidad; sin olvidar que las patentes de estos productos harán engordar sus arcas considerablemente. Pero, cuesta pensar que estos súper millonarios hagan esta oferta pensando sólo en razones pecuniarias, que también. Más bien parece que, al igual que con La Cámara Semillera, buscaran dar otra vuelta de tuerca al control de la población. Este control parece ser el eje central de la élite de las grandes fortunas –no cualquier riquillo- que son las que detentan el auténtico poder mundial, por encima de países y de representantes popularmente elegidos. Estas élites son algo parecido a “familias” o “clanes” que han ido acumulando riqueza y poder, y a estas alturas de la película no parece que lo vayan a perder.

Pero, al margen del poder y de la ambición de estos clanes dominantes, el problema de la súper población es tan real como el embobamiento a que ésta está sometida. Solamente hay que ver el histórico de las estadísticas para hacerse una idea de las dimensiones del problema. La humanidad ha tardado 5 millones de años en alcanzar los 1.000 millones de habitantes y tan sólo 100 años en multiplicarlos por 7.

Sí, hemos superado los 7.000 millones de habitantes en este planeta. Y esto teniendo en cuenta la maquinaria de destrucción masiva que –supuestamente- viene poniendo en práctica desde hace décadas esta élite del poder, sea quien sea. Por una parte, dejando que muera de hambre -literalmente- una buena parte de la población; drogando –y beneficiándose económicamente de ello- a otra parte; infectando con diversas enfermedades a otra parte; abortando a otros muchos millones y, claro, lo de siempre: guerras, guerrillas –quién sabe si guerrazas…-, todo con el objetivo de que la cifra de población suba lo menos posible. Pero, como hemos dicho, el número de habitantes sigue subiendo, a pesar de los “esfuerzos” de esta supuesta élite dominante.

Así que, lo que cabe plantearse es: ¿tomarán decisiones aún más drásticas para “ajustar” la población a cifras que ellos consideren apropiadas?, y, ¿cuál será esa cifra, si tenemos en cuenta que ya le sobra un tanto por ciento considerable? Para aproximarnos a alguna respuesta, debemos de tener en cuenta que la “mano de obra” ya no debe ser tan abundante como en otras épocas, debido a la mecanización y especialización cada vez más grande. Las grandes cosechadoras ya han arrojado a la miseria a muchos campesinos, pero es que, además, la especialización está en manos de esta supuesta élite, ya que suyas son las mayores y mejores universidades en todo el mundo.

Veamos algunas frases que pueden ser encontradas fácilmente en Internet, dichas por algunos “ilustres” seres humanos ¿?:

El fundador de CNN, Ted Turner:
“Una población total de 250-300 millones de personas, un descenso del 95% de los niveles actuales, sería ideal”.
Mikhail Gorbachev piensa que la reducción de la población mundial en un 90 por ciento sería la adecuada:
“Tenemos que hablar más claramente sobre sexualidad, la anticoncepción, sobre el aborto, sobre valores de control de la población, debido a la crisis ecológica, en definitiva, es la crisis de la población. Reducir la población en un 90% y no habrá suficientes personas para hacer un gran daño ecológico”.
Jeffrey D. Sachs, director de The Earth Institute (Instituto de la tierra) en la Universidad de Columbia, dijo recientemente lo siguiente en un artículo para CNN:

“Llegar a los 7 mil millones es motivo de profunda preocupación global…”

“La segunda clave para el desarrollo sostenible es la estabilización de la población mundial. Esto ya está ocurriendo en países de altos ingresos e incluso en el  de medianos ingresos, tal como familias que eligen tener uno o dos hijos en promedio. La reducción de las tasas de fecundidad se impulsará en los países más pobres.”


Hay diferentes opiniones entre reducir un 95% la población y optar por el modelo chino de un único hijo por pareja, pero parece que todo lleva a lo mismo: somos demasiados para este planeta… o para los que no nos necesitan ya sobre él.

¿Decidirá el hombre o… bajarán antes las estrellas?





Colaboración: Nózar de Urantia

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