martes, 12 de junio de 2012

La crisis puede ser una oportunidad.








                                         


Toda crisis seria lleva aparejada algún tipo de ruptura, un replanteamiento de todas aquellas cuestiones que han llevado a ella y como consecuencia suele dar lugar a una variación de la realidad previa a esta.

Ahora bien, la quiebra a que da lugar  una situación crítica puede ser  más o menos superficial y anecdótica o por contra afectar al núcleo mismo de la realidad humana y social en la que esta se desarrolle. El nivel y la importancia de ese cambio va a depender del grado  que alcance  esa situación crítica , del grado de  compromiso de aquellos que la padecen o han padecido y de la visión analítica de aquellos que componen la sociedad que sufre la citada crisis.
Desde la apatía, desde una visión meramente economicista  o careciendo de  un mínimo de  compromiso social  las crisis no serán  nada de lo que se ha señalado, se quedarán en meros periodos problemáticos sin repercusión alguna que lleve aparejado cambio alguno.

La grave situación económica por la que estamos atravesando  actualmente está poniendo de manifiesto, y creo que así está siendo  considerada por una gran parte de la población española, que el sistema político-económico en el que estamos inmersos es injusto  e inhumano.
Me refiero tanto al sistema capitalista sometido a la dictadura del capital, a la tiranía de los mercados financieros especuladores y a una organización partitocrática sometida al bipartidismo y  al despotismo de las cúpulas de los partidos.

El individuo se ha convertido e un  mero instrumento  en manos del capital y de la  cúpula de los partidos. Mientras los ciudadanos pasan necesidad, las entidades bancarias, negocios privados no lo olvidemos, son rescatados con el fruto del trabajo de esos mismos que el capital explota y no duda en expulsar de sus casas si no son capaces de hacer frente al pago de sus hipotecas.

La quimera según la cual los ciudadanos estaríamos participando en el poder a través de los partidos está siendo  puesta en duda por una población que no se ve representada por una organización bipartidista  de listas cerradas  e inmersas en una corrupción generalizada.

Ojala  la población se levante y haga frente a este estado de cosas cada vez más degradado e injusto que quiere engañarnos usando palabras como libertad, democracia bienestar y justicia.


Pero desde la apatía, el borreguismo y la falta de compromiso  cualquier ruptura o cambio resultará imposible.

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