El canto del cisne

                                                                              

El cisne sólo canta cuando siente que se acerca  su muerte.

                                                  

El cisne, ave muda y ronca a lo largo de su vida, cuando siente que la muerte se acerca  eleva un delicado canto. Esta afirmación, una mera invención poética-mitológica, nos sirve para  a través de una analogía referirnos a las disculpas públicas del Borbón respecto a las actividades cinegéticas que desarrolló en Bostwana  al realizar un safari.

                                                           

“La crisis de los elefantes”  como ha dado en denominarse, sumado a las andanzas de Iñaki Urdangarín,a la acusación al monarca por parte del socio del marido de la infanta y los comprometedores mails del Borbón en este caso además del disparo que sufrió en el pié Froilán, un menor, han puesto a la monarquía contra las cuerdas.

                                                         

Es en esta grave situación en la que la siempre opaca  posición de la institución regia, por mucho que se la quiera ocultar bajo  un barniz de campechanía,  en la que el Borbón lanza ese “canto” de las disculpas al ser consciente del riesgo  de una más que posible próxima de la muerte de la monarquía en nuestro país.

                                                       

Lejos de ser  una actitud “ejemplar”, en palabras del propio rey al hacer referencia al caso protagonizado por su yerno, la conducta del  Borbón no es siquiera aceptable, es un desprecio a la tan castigada y empobrecida  población española, una población que ha de “apretarse el cinturón” hasta extremos muchas veces límite.

 Y digo  desprecio ya que  en esta situación él continúa con sus actividades cinegéticas, náuticas, safaris, etc. Una vida regalada  en definitiva que todos mantenemos a través de los Presupuestos Generales del Estado, es decir  mediante nuestros impuestos.

                                                           

                                                      

Con todo lo que hasta aquí se ha señalado resulta muy difícil, por no decir imposible, creer en la sinceridad de esas disculpas.

                                                    

Para comprobar hasta que punto lo que ha dicho el rey pasa de ser una mera y  oportunista declaración  hay que esperar y ver como se desarrolla la actuación de la justicia respecto a todo lo que se relaciona con  el  tema Urdangarín: la implicación de la  infanta, la del Borbón, y ver del mismo modo la forma en que esta trata el uso de armas y posterior  herida de un menor, caso Froilán.
 Se supone que todos somos iguales ante la ley, esa si sería “la prueba del algodón”que permitiría comenzar a creer las palabras de arrepentimiento. Aunque se trata de un arrepentimiento muy sui genéris  dado que si la cadera no se le hubiese roto no nos hubiésemos enterado de nada, ¿de cuantas de las suyas no nos habremos enterado?, seguramente se arrepiente de  que nosotros(el plebeyo populacho) nos hayamos enterado.