martes, 6 de marzo de 2012

Libertad frente a seguidad.

Los hechos que se han venido sucediendo en los últimos años, especialmente desde el 11 de Septiembre del 2001, han hecho que salte a la palestra un enfrentamiento que muchos parecen ver entre la seguridad y la libertad.


                                                                                 
 Ciertamente nos encontramos ante un tema que está de gran actualidad, pero el hecho de que esto sea así no debe hacernos perder de vista que la temática en cuestión para nada es novedosa ya que esta presunta dicotomía ha estado siempre en la base de cualquier forma de ordenamiento de las sociedades humanas puesto que a lo largo de la historia  la seguridad ha precisado de algún tipo de restricciones a la conducta humana.
 Ahora bien,  es esa visión de la libertad que la considera como una ausencia de coacción que muchos consideran que existe  cuando se aplica algún tipo de medida restrictiva en pos de aumentar la seguridad de un individuo o la de todo el grupo está siendo atacada la libertad humana.
Refiriéndonos a todo lo que antes hemos apuntado es preciso señalar que los conceptos de libertad y seguridad no se encuentran en modo alguno enfrentados puesto que de hecho son complementarios, ya que sin seguridad la libertad no podrá ejercerse y sin libertad, la seguridad no pasaría de ser un mero sofisma que escondería una realidad tiránica..
Pero desde concepciones modernistas erróneas que consideren la libertad humana como una ausencia de coacción, la seguridad y la libertad resultarán de todo punto incompatibles.

Como en toda confrontación dialéctica en la que entran en juego conceptos, es absolutamente necesario que primeramente  se concreten cuales son los contenidos de esos términos que se están utilizando, puesto que de otra manera  cada cual puede estar refiriendo  cosas distintas a las que el otro entiende ya que le adjudica un significado diferente. Si ocurre esto resultaría absolutamente imposible llegar a acuerdo alguno o podría ocurrir que el acuerdo al que se llegase fuese  engañoso y erróneo pues se basaría en  conceptos que diferirían de aquello que cada cual  está defendiendo.
Llegados a este punto conviene por tanto aclarar que es lo que entendemos por libertad y que aquello que consideramos seguridad.

La libertad va más allá de esa ausencia de coerción, el concepto de la libertad no es algo unívoco  puesto que existen tres clases de esta.

1.- Libertad psicológica o libre albedrío: Que sería  la propia de los seres que están dotados de inteligencia. Sería la facultad de optar por una u otra cosa, independiente de todo reflejo o instinto.


                                                                               
2.- Libertad moral: Sería  el uso que se hace del anterior tipo de libertad. El uso  sería bueno si los medios elegidos  fuesen buenos y condujesen a un bien. Y sería  malo ese uso cuando los medios resultasen ser malos o si el fin que se persiguiese   también lo fuese.


                                                                    

3.- Libertad física: La libertad física es la libertad de acción que se enfrenta a cualquier tipo de coacción. 


                                                                          

Como puede verse, si tan solo consideramos el hecho de la coacción, la libertad se reduciría  a una expresión reducida de lo que realmente  es la libertad humana, tan sólo hablaríamos de la libertad física.

En lo que hace referencia a la seguridad es preciso señalar que el concepto que sobre este término se mantiene resulta ser menos dispar que el que encontramos en el término libertad, se referiría  a lo que proporciona al individuo estar al amparo respecto de algún tipo de riesgo o peligro.
Pese a todo hay que tener en cuenta que la seguridad  no sólo se refiere a la seguridad física puesto que la libertad moral formaría también parte de ella.

Bajemos ahora al campo concreto de la situación actual, situación en la cual nos encontramos con una grave amenaza que pone en peligro la continuidad de nuestra civilización, una amenaza que a su vez pone en    grave riesgo las vidas de los occidentales.
 Ante esta grave situación las autoridades han puesto en funcionamiento una serie de medidas dirigidas a defender las vidas y haciendas de sus ciudadanos, y ha sido precisamente en este punto en el que ,a mi entender de modo realmente demagógico, se han levantado las voces de los “defensores de los derechos civiles” y la de periodistas políticamente correctos.
Pues bien, como ocurre en todas aquellas cuestiones que de alguna manera están relacionadas es preciso conocer cual es el verdadero peso de cada una de ellas si lo que pretendemos es que nuestro juicio sea lo más acertado posible, puesto que tan solo desde un conocimiento justo podremos desarrollar una elección acertada.
En el caso que nos ocupa  las amenazas son lo suficientemente graves como para que la opción se decante claramente hacia la seguridad.

La problemática surge puesto que en una  colectividad como la nuestra se confunden las ventajas que nos proporciona  la denominada sociedad del bienestar con los derechos civiles.
El ser humano occidental, postmoderno, modernista, liberal y vacío de toda concepción trascendente no está dispuesto a hacer ningún tipo de sacrificio que le pueda suponer la pérdida de las ventajas que su estilo de vida llevan aparejadas.
La gravedad de la situación se acentúa desde el momento en que se está negando al hombre de la calle una visión verdadera de la grave situación por la que pasamos, de esta forma este no podrá sino ver en las medidas coercitivas que puedan precisarse para conjurar el peligro un ataque a su libertad.
Aunque pueda sonar tremendista, cuando no falso, lo cierto es que en el momento actual nos encontramos en un verdadero estado de guerra en el que los enemigos declarados de nuestra civilización  han señalado claramente, así lo ha hecho el actual máximo dirigente de esa franquicia  terrorista denominada Al-Qaeda,  Aiman Al-Zawairi, al señalar como una de las principales armas con la que cuentan los yihadistas en su “guerra de tercera generación” es el sistema de libertades y la acción paralizante de los medios de comunicación occidentales sobre cualquier respuesta que las autoridades quisieran poner en práctica.


                                                                            
No hay que perder de vista que las mismas  Constituciones de Occidente que garantizan el régimen de derechos y las libertades, reconocen que estas pueden pasar a estar en suspenso cuando las situaciones críticas así lo exijan. Así pues habríamos de fijarnos más en la seguridad y en las realidades externas que nos amenazan que en esos planteamientos que se fijan exclusivamente  en lo inmediato y en unos derechos que lo son en tanto nos permitan vivir en libertad

Nos jugamos demasiadas cosas para  que debido al falso enfrentamiento entre libertad y seguridad se paralice nuestra potencia defensiva, actitud defensiva que en situaciones críticas obligará a que ciertas garantías y algunas comodidades sean puestas en segundo plano en pos de proteger un bien mayor cual es la protección de nuestra civilización y forma de vida.

Eso si, hemos de estar vigilantes para no caer en la   trampa de aquellos que  para lograr la disminución del nivel de libertad desarrollen estratagemas del tipo “bandera falsa” y nos hagan creer en amenazas que puedan no ser tales.


                                                                                    

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