martes, 27 de marzo de 2012

Crisis y Revolución

                                                                 


Las crisis, y cuanto más intensas en mayor manera, son los momentos propicios para poner en pié realidades que en cualquier otro momento se quedarían en meros planteamientos teóricos, elucubraciones  para mentes  ociosas que se complacen en el recuerdo de lo que pudo ser y no fue.
Las oportunidades que  una crisis aporta en este sentido se centran ante todo en el hecho de que las personas se van desencantado de una realidad que les tenía cegada por medio del consumismo y el materialismo, una realidad que de esa forma los había convertido en esclavos.

                                                        
Pero ocurre que cuando una crisis profunda les afecta, cae ese velo que les impedía considerar otra posible organización social y económica. El capitalismo deja de ser visto como la única realidad posible e incluso es rechazado de plano y los partidos políticos se ven como lo que son,   un montaje para enriquecer a los que supuestamente  representan al pueblo y que no representan a nadie.

En otras palabras con la crisis llega el momento de la Revolución con mayúsculas, la oportunidad de que el pensamiento nacionalsindicalista termine por plasmarse en la organización y funcionamiento  de la sociedad española.

                                                               
Pero para todo ello se hace  absolutamente preciso que los que nos consideramos falangistas estemos dispuestos  a dejar  el mero pensamiento para  intentar ponerlo en funcionamiento. No es fácil ni resulta   cómodo, pero es una tarea sugestiva que no se presentará en muchos años.

                                                              

Y si nosotros no actuamos y nos movemos no hay que dudar que serán otros, los que defienden ideas opuestas y contrarias a las nuestras, los que lo harán.

¿Pero como se puede concretar nuestro actuar?, ¿como debemos movernos?. La cuestión no es sencilla puesto que salir de la comodidad de la inacción nunca lo es.
Lo mejor es comenzar por aplicar en entidades pequeñas  lo que nuestra doctrina propugna.

                                                                
En estos momentos muchos pueblos son abandonados y muchas pequeñas empresas están en situación crítica. Pues esos pueblos deben ser ocupados por familias y personas con ideales falangistas de modo que la idea del funcionamiento  comunal y municipal se plasme en la realidad.
Las empresas en crisis pueden ser compradas para después, aplicar  la nunca antes puesta en funcionamiento   filosofía del trabajo como base y de la dignidad del trabajador que participa de modo fundamental de los beneficios de su esfuerzo.
Para todo esto se precisa ante todo creer en lo que se defiende, es un reto a todos los que decimos ser nacionalsindicalistas.
Somos pocos es cierto, pero no tan pocos como para no poder poner en funcionamiento dos o tres proyectos de este tipo.

La Revolución de la que tanto hablamos nunca será fácil ni  sus primeros pasos  asegurarán una victoria segura, pero desde luego es como la lotería, cuando seguro que no te toca es cuando no la echas.

Tenemos que  centrarnos en un proyecto, el primero no ha de ser excesivamente grande, y  poner en él nuestro esfuerzo.

No tenemos escusa para al menos intentar la Revolución, que en esta situación no es con fusiles pero no por ello deja de ser falangista.

                                                               

No hay comentarios:

Publicar un comentario