sábado, 21 de enero de 2012

Partitocracia sin división de poderes.

Nos presentan el régimen que actualmente rige  España como un Estado de Derecho, y muy ufanos  pretenden que creamos que en este régimen en el que vivimos es el pueblo quién dirige la política que nuestro país desarrolla.
 Pero todo ello no pasa de ser una sarta de falsedades que montadas de modo adecuado ha logrado embaucar  a la práctica totalidad de la población ,  una población que  careciendo de juicio critico vive contenta inmersa en ese  engaño que ellos mismos terminan por dar por bueno. Y es que resulta más sencillo  creer las mentiras que el poder presenta que  hacer frente a una realidad que nos obligaría a ir contracorriente.

                                                                 
Se nos repite hasta la saciedad que nos encontramos en un Estado de Derecho, como si por el hecho de repetir algo en muchas ocasiones  eso pasase a convertirse en realidad,  pero  tal afirmación es del todo falsa. Para que un Estado pueda ser considerado de Derecho la autoridad y sus instituciones han de estar sometidas al  ordenamiento jurídico vigente. Ocurre que para que pueda darse tal sometimiento se hace  precisa la separación de poderes, de modo que los distintos poderes  no puedan imponerse a lo que la ley  marca.

El régimen que se instauró una vez sancionada la Constitución del 78 bajo ningún punto de vista puede ser considerado un Estado de Derecho, por mucho que ello sea repetido.
Y es que nuestro ordenamiento  constitucional hace inviable que tal  división de poderes pueda darse.

                                                                 

                                                                       
Recordemos que los tres poderes que han  de ser independientes (han de estar separados) son el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Pues bien, en el actual régimen partitocrático nos encontramos con que  en las elecciones se votan a unos partidos que presentan unas listas cerradas, 

                                                               

del resultado de esas elecciones  surge en función de los votos recibidos y de los escaños correspondientes el poder legislativo, el cual elegirá  al gobierno, poder ejecutivo y ambos  a su vez   elegirán al gobierno del poder judicial, Consejo General del Poder Judicial.

                                                           

Es decir, ¿que control  se puede esperar que alguno de los tres poderes  ejerza sobre alguno de los otros dos si todos  tienen un mismo origen, unos mismos intereses y se deben a una misma realidad partidaria  a la que deben obediencia?
Curiosa independencia esta en la que  los que legislan, los que gobiernan y los que  juzgan son los mismos.
Es decir se habla de democracia cuando lo que realmente existe existe es una tiranía partitocrática que  cada cuatro años puede variar, eso si, sin que  de  ninguna forma  este cambio  lleve aparejado  un cambio  en el control dictatorial de las mayorías sobre los poderes del Estado que podrían moderar o vigilar su funcionamiento. 

                                                                    
Para colmo de males nos encontramos con que  esas piezas fundamentales , yo diría únicas, del actual sistema político que son los partidos políticos constituyen los cimientos  de la corrupción  del cual deriva el clientelismo y la profesionalización  de la política. Y digo clientelismo y profesionalización  dado que  al ser los cargos públicos, no los funcionariales,  dependientes de estas entidades particulares (los partidos políticos) los miembros de los partidos pues de otro modo no entrarían a formar parte de las listas cerradas y no podrían "tocar poder". Y de este modo se crea el servilismo de los cargos políticos y el clientelismo de todos aquellos que son colocados en los denominados puestos de confianza y en los puestos de trabajo no funcionariales que tan comunes son en las comunidades autónoma.

Es decir,  el régimen partitocrático actual promueve con la entronización de los partidos políticos el servilismo. Y al ser ellos la única forma de representación, dan lugar al clientelismo, haciendo  de la política una forma de profesión y de los políticos una casta que puede actuar con impunidad ya que ningún contrapoder puede controlar sus acciones.

                                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario