viernes, 2 de diciembre de 2011

UE, BCE y Euro: Herramientas contra nuestra soberanía.




Desde que pasamos a formar parte de la CEE, posterior UE,  más aún a partir del momento en que adoptamos el euro como moneda entrando así en lo que se denomina eurozona, y de un modo ya definitivo desde que nuestro país está de hecho intervenido, España se ha convertido en un protectorado por no decir una colonia, de los dueños de esa asociación de intereses económico-financieros que es la Unión Europea.
Pero aunque se nos vendiese que  incorporarnos  a Europa, como si antes fuésemos parte de África o de Asia, exigiría  al principio una serie de sacrificios como fueron las reconversiones y la pérdida de una parte no pequeña del tejido industrial competitivo o la reducción  de la producción de nuestra agricultura, ganadería  y de la cantidad de pesca, la cosa no fue así.
Y no fue así puesto que esos sacrificios  supuestamente iniciales  no sólo se han alargado en el tiempo si no que  España ha llegado poco a poco a perder cualquier tipo de soberanía económica e incluso política al habérselas cedido a  las denominadas instancias europeas, instancias que supuestamente  conforman todos los países que forman parte de la UE.
Y quiero en este punto hacer hincapié  en el supuestamente arriba señalado, puesto que la Unión Europea a la que se ha sumado España es todo menos simétrica ya que hay dos países que son los que realmente dirigen el funcionamiento económico, y a través de este también el político. Me refiero por supuesto a Francia y a Alemania, al conocido eje Franco-Alemán.
Es así que las economías de ambos países son las que marcan  los métodos  a seguir, las exigencias y plantean  los criterios que han de cumplirse.
Pero ocurre que las prioridades para  las economías de estos dos países pueden no coincidir, como de hecho no coinciden, con las de otros muchos países y por lo tanto esa diversidad de  prioridades precisa de  unas actuaciones económicas también diferentes. Pero contrariamente a ello nos encontramos con que a pesar de la necesidad de  que se implementen distintas políticas económicas en países con problemáticas diferentes  lo que se pone en marcha es la uniformidad, eso sí una uniformidad que toma como punto de referencia las necesidades de los dos países antes señalados.
Francia y Alemania tienen como prioridades en el terreno económico el tema de la deuda y el déficit, cuestiónes estas que para España y los países mediterráneos no lo son tanto mientras que   si lo es el nivel de desempleo. De ello se colige que las medidas a tomar  para hacer frente a  cuestiones distintas no podrán dar resultados positivos  si se aplican  tan solo las que están pensadas para  afrontar unos aspectos diferentes.
Y ahora entramos en algo que agrava aún más la cuestión.
España, como país que forma parte de la eurozona al haber adoptado como moneda el euro y rechazado  la peseta como moneda independiente, está sometida a las medidas de tipo monetario y financiero que marque el Banco Central Europeo.
El Banco Central Europeo no pasa de ser un cortijo al servicio de las economías francesa y alemana en el que el puesto de capataz, presidente del BCE,  es siempre ocupado por alguien de esas nacionalidades y a su servicio claro. Al haber adoptado España el euro como moneda estaba desprendiéndose de la posibilidad de  tomar medidas propias para salvaguardar su economía (depreciación de la moneda, marcar topes de inflacción, etc) y se ataba a las medidas que otros tomasen pensando no precisamente en los intereses españoles.

Se habla mucho de que estamos inmersos ahora en una economía más globalizada y menos amarrada a lo meramente nacional, pero esta afirmación no deja de ser una idea que se trata de  difundir para de este modo  evitar críticas hacia el status quo  que rige los destinos europeos y callar cualquier voz discrepante. La triste realidad es  muy distinta puesto que la política europea la mueve el eje franco-alemán a través del control monetario, de las altas finanzas y de la manipulación interesada de los criterios que exigen a los demás  por medio de la manipulación de  las  calificaciones de riesgo. De esta forma se pueden hundir económicamente países y así poder dominarlos al imponer gobiernos que se amolden más fácilmente a las conveniencias  del “núcleo central” de la UE.
El euro y la Unión Europea  no dejan de ser elementos para esclavizar estados al arrebatarles poco a poco cualquier vestigio de soberanía. 
                                                                                     

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