jueves, 8 de diciembre de 2011

Europa y la crisis.

Europa, mejor sería decir  la Unión Europea,  ha entrado en  una crisis de la que  muy difícilmente podrá salir ya  que continúa pensando con los mismos parámetros que han determinado la crítica situación por la que atraviesa.
El error inicial  fue partir de una visión meramente economicista y  financiera, en   realidad se estaba construyendo lo que Vintila Horia llamó  “ la Europa de los mercaderes”. 
                                                              
El siguiente paso fue  levantar sobre esa  estructura económica una organización política. El problema es que  esos cimientos que sirven de base para levantar cualquier tipo de edificio político carece de sustrato metafísico o histórico alguno.
Como decimos, a esa realidad mercantil se la quiso dotar de una organización política, pero la misma  Constitución  Europea que pretendía ser el anclaje político  demostró   que  tan  sólo los intereses económicos y geoestratégicos al servicio de ellos,  encontrarían  lugar en ese edificio que se estaba levantando.
La fuerza de  la concepción económico-financiera y  liberal  hacía que ninguna realidad distinta a la económica pudiese servir como base de la estructuración de esa Europa que se pretendía levantar, buena prueba de ello es de que forma la Constitución Europea  renegó de lo más profundamente constitutivo de Europa, tanto a nivel histórico como  de cosmovisión de la realidad, que es el cristianismo al no citarlo siquiera como origen.
                                                                
Pero es que para los constructores de la  “nueva Europa” nada metafísico tiene cabida en ella. Esta  entidad no pasa de ser una organización económica  sometida en lo político a una concepción liberal-relativista.

Si  consideramos la realidad que acabamos de presentar  es  sencillo colegir  que la crisis económica que ahora atraviesa Europa no es si no la consecuencia lógica de la crisis de valores.

Al haber prescindido Europa de lo que en el fondo constituía  su realidad más íntima se ha negado ella misma, y ocurre que la realidad económica, que también es parte de la realidad humana aunque no la única ni siquiera la primordial, no puede funcionar si no está puesta al servicio de un objetivo  más alto distinto a ella misma. Es así que comienzan a surgir  pugnas internas buscando el poderío económico y se permite que las finanzas internacionales  dominen  a los gobiernos considerados  individualmente o a todos ellos en tanto conforman la Unión Europea.
De esta forma se ha llegado a un triple abandono:
-De un lado  se ha abandonado   el espíritu en aras de la economía.
-De otro los estados han abandonado su soberanía  al cederla, tanto en lo económico como en lo político, a las instituciones de la  Unión europea.
-Y por último   la Unión Europea ha abandonado  su influencia  en el mundo  en manos de las finanzas internacionales y  ha puesto su política internacional al servicio de USA. 
                                                             

La solución a la crisis actual  tan sólo puede alcanzarse invirtiendo  tales abandonos, es decir:
-Recuperando un fondo moral que rija los comportamientos e influencias económicas.
-Haciendo que la soberanía política y económica  descanse nuevamente en los países-nación, recuperando su capacidad de toma de decisiones políticas sin verse sometidos a las directrices de una entidad supranacional  dirigida de hecho por los  más fuertes económicamente.                   
-Rompiendo  con la tiranía que las entidades bancarias, las agencias de calificación de riesgo y capitalismo internacional  ejercen sobre una realidad humana como es la sociedad y sobre las naciones mismas.
                                                            


Pero todo esto será absolutamente irrealizable si se mantiene una moneda común que de hecho  rompe con la libertad  nacional en la toma de decisiones que permitan  economías individuales.
                                                              
Resulta imposible si la política exterior europea continúa constituyendo  una manera de homogenizar el  comportamiento de las naciones europeas  para servir a la política de los Estados Unidos y de sus  intereses geoestratégicos.
                                                                   
Y tampoco será factible  superar esta crisis si  no  se baja del pedestal en que se encuentra la finanza internacional y las bancas nacionales. En este aspecto  se hace necesaria  una verdadera revolución  en el orden de las cosas, la cual ponga la riqueza al servicio de los pueblos y naciones en lugar de someterla a la exclusiva ley de la oferta y la demanda y de las entidades bursátiles y de crédito.
Cuando la Unión  Europea  deje de ser un mercado dirigido desde las finanzas y se mueva más por los valores y cuando los países recuperen su soberanía  la crisis podrá  pasar al olvido, mientras tanto  será imposible.

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