domingo, 4 de diciembre de 2011

El velo del misterio

         La realidad a la que se refieren los racionalistas, que reconoce el materialismo y que parece ser uno de los pilares  de nuestra época, niega todo aquello que no esté dentro de lo observable o que nuestra limitada razón  no sea capaz de abarcar o deducir.
Pero toda esta perspectiva resulta miope y cercenadora de una parte fundamental de la realidad que nos rodea, ya que  ha privado y priva a millones de seres humanos desde hace más de  trescientos años de la contemplación de cuestiones fundamentales que  permitirían encontrar nuestro lugar en el espacio y en el tiempo, sin que ellos vean en muchas cuestiones fundamentales más que un laberinto sin sentido que lleva a la duda perpetua o empuje a la mayor de las desesperaciones.
         Y es que suprimiendo el ser humano lo misterioso que se esconde detrás o dentro de lo cotidiano, el hombre no podrá encontrar respuestas a muchas de esas dudas permanentes que todo hombre y mujer se plantea.
         Para no caer  en la polisemia de estar empleando el término misterio y a su vez entender cada uno cosas distintas hay que tener bien claro  que por supuesto no hablamos de fantasmas o de expedientes X , ni de terroríficas casas con oscuros  e inexplicables sucesos. Desgraciadamente  es a esa visión superficial y falsa es a lo que se ha reducido lo misterioso  gracias a la “cultura”  cinematográfica y televisiva de nuestra época.
Entonces, ¿qué entendemos nosotros  por misterio o misterioso cuando nos referimos a ello?: La respuesta es muy sencilla  (aunque la temática en sí  no lo sea tanto), nos referimos a toda  esa realidad que no puede entender nuestra razón, abarcar ni clasificar la ciencia, ni nuestra egolatría racionalista deducir, pero que a su vez nos permitirá encontrar nuestro lugar en el tiempo, un hueco en el espacio y un sentido a cada momento de nuestra existencia .
         En gran medida las cuestiones denominadas desacreditadoramente como mágicas o como meras supercherías  entrarían dentro de lo que en adelante vamos a referir.

         Hemos de comenzar poniendo de manifiesto que los puntos fundamentales, básicos y originarios de la realidad son de por sí misterios, ya que escapan a la razón materialista, no pueden ser deducidos por esta y por ello mismo serán puestos en cuestión tildándolos de supercherías ,  restos del oscurantismo medieval, cuando no de “opio del pueblo”.
¿De que manera puede el hombre actual, racional y henchido  de autosuficiencia, aceptar cuestiones como la existencia de un Ser superior a él  del cual es criatura y que interviene en la historia?, ¿o no resulta misterioso, pero no por ello falso, que el hombre como ser espiritual se condenará o salvará en función de sus obras? por no citar la existencia del alma,  la existencia de unas normas morales universales, etc.

Aparte de lo que acabamos de citar que forma parte de los cimientos de nuestro ser y de la existencia del universo, existen otras muchas cuestiones que son  fundamentales para nuestra existencia en la tierra y vida en sociedad que en la actualidad son puestas en solfa por aquellos que ponen la razón por encima de todo y niegan cualquier cosa que supere la supuesta infinitud del conocimiento. Lo que subyace  en esta actitud de cerrarse a lo sobrenatural y misterioso  no es si no la  soberbia de no aceptar ser finito y creatura y el no quererse plegar a cualquier voluntad distinta a la suya (es el “seréis como dioses” con que la serpiente buscó enfrentar al hombre con Dios y que ahora es alimentada  por las ideologías materialistas  y es mantenida por la actual cultura “chicle” de las “mentes de esponja”, como muy bien las denominó Jean Cau.

Hay   cuestiones como pueden ser los ritos, los símbolos, el honor, la desigualdad y un largo etcétera que son desacreditadas, tildadas de falsas, injustas o simplemente son negadas, pero sin las cuales nuestra existencia resultaría  penosa cuando no desesperante.
Como ya nos enseño el gran Rafael Gambra: “La tierra de los hombres es mansión en el espacio y rito en el tiempo”, el rito es la mansión en el tiempo y sin él  estaremos a la intemperie, cubiertos con  una techumbre  repleta de adornos pero que no nos protegerá  de las inclemencias del tiempo.

Es fundamental no obviar que el ser humano es muy limitado, ni es un espíritu puro ni es tan solo un animal, con ello participa de las necesidades del estado animal y por otro hecha en falta lo que le acerque al estado completamente espiritual, de esta forma el ser humano  necesita cubrir fundamentalmente  tres aspectos que rellena con distintas formas mistéricas: el tiempo, el espacio y la sociedad.

De este modo resulta que  el tiempo lo podemos  hacer acogedor mediante el rito, así como podemos mediante el símbolo añadir significado a las distintas divisiones temporales, por ejemplo con el significado religioso con que las distintas señales en que se repartía el día  presentaban  las distintas oraciones, o como las distintas partes del años significaban  épocas del trabajo agrícola o  del itinerario litúrgico.
                                                                       

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