lunes, 3 de octubre de 2011

Traición criminal.

Otro episodio  silenciado por la historia oficial  hace referencia al holocausto que sufrieron los cosacos anticomunistas , tanto militares como civiles, que el 9 de Mayo de 1945 se rindieron en  Austria al ejercito británico tratando de escapar  de este modo del Ejercito Rojo para salvar de este modo la vida. Previamente habían estado varios meses en Carnia, donde habían sido enviados por el Tercer Reich para constituir un  “territorio cosaco en la Italia septentrional” en el ámbito de un “territorio costero adriático” que vendría a comprender tierras italianas, austriacas y eslavas. Los combatientes fueron  encuadrados en su gran mayoría en el 15º cuerpo de caballería del general alemán Helmut von Panwitz  Lo único cierto es que los cuerpos cosacos del General Domanov, integrado por 28000 personas, incluyendo mujeres, ancianos y niños, dejaron el territorio italiano en el que se encontraban atravesando los Alpes con destino a Austria. Los regimientos cosacos, todos desarmados, se instalaron en tiendas mientras que el personal administrativo y los civiles: ancianos, mujeres y niños, arrendaron cuartos y ocuparon barracones.
Los cosacos  rendidos a los británicos confiaban en que una vez el Tercer Reich fuese derrotado continuaría la guerra en un sentido anticomunista para liberar de este modo su tierra de la tiranía soviética.
Lo fundamental es que los cosacos, basándose en una amistad que provenía de los tiempos de la Guerra  Civil Rusa, confiaban en los británicos, se fiaron de los aliados. Y lo cierto es que los británicos se hacían responsables de los cosacos al acogerlos  en su rendición. Pero las cosas iban a desarrollarse de un modo muy distinto al que suponían los cosacos, de hecho no podían ni imaginar lo que se les venía encima.
Hasta el 26 de Mayo de 1945 la actitud de los británicos resulto benévola, pero ese día las tornas comenzarían a cambiar. El primer hecho fue  la retirada “manu militari” de las cajas fuertes de los cosacos con todos sus ahorros y la solicitud por parte de un funcionario británico al General Shkuro y a sus oficiales-ayudantes  que les siguiesen  a otro lugar, ese lugar sería, al ser preguntados por el general “donde estará toda su gente…”
El lugar al que fueron  trasladados fue el campo de concentración Spittal donde fueron encerrados tras alambres de espino y púas. El día 28 de Mayo  fueron trasladados en camiones y escoltados por tanques más de 2000 funcionarios y oficiales al campo de concentración antes señalado. Solamente 24 horas después todos estos prisioneros fueron  transportados a zona soviética y entregados a los rusos.
En la tarde del  día siguiente,29, se dirigieron a donde los regimientos cosacos y sus familias se encontraban instalados indicándoles los militares británicos que “voluntariamente” debían  ser  repatriados a la Unión Soviética. Esto fue repetido  el 30 y el 31 de Mayo. La reacción unánime fue  una negativa que enfatizaron con una huelga de hambre. Cuando los detenidos estaban concentrados asistiendo a una Misa de campaña, recordemos que ninguno estaba armado, fueron subidos brutalmente a los camiones dada su resistencia a ser “repatriados” a  la URSS para su encarcelamiento y eventual ejecución.
Durante esos mismos días  los 15 cuerpos cosacos , unos 18000 hombres, fueron entregados por los británicos a los rusos a sabiendas que les esperaba padecer una violenta venganza, y seguramente la muerte.
De esta forma el 29 de Mayo, el 1 de Junio y el 3 de Junio del año 1945 fueron entregados unos 45000 rusos y cosacos al ejercito rojo. No hay que perder de vista que esto ocurrió una vez ya había finalizado el conflicto bélico, toda esta traición fue llevada a cabo para cumplir los acuerdos que en Yalta se establecieron con Stalin.
El futuro de los  “repatriados fue en una gran parte la muerte directa por fusilamiento o bien una muerte más lenta en los Gulag.
Pero este suceso   no ha tenido, tiene ni tendrá publicidad puesto que ya sabemos que “la verdad la escriben los vencedores.”
                              Cosacos   y la Conferencia de Yalta 
                                                                   

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