miércoles, 7 de septiembre de 2011

Lo decepcionante de lo humano

El ser humano que ha recibido una adecuada formación,y que ha sido capaz de desarrollar en su interior unos planteamientos adecuados tras toda una serie de renuncias. Este ser humano ha logrado de este modo levantar  un edificio espiritual y comportamentalmente adecuado. El individuo así formado choca en no pocas ocasiones con una realidad que en la mayor parte de las ocasiones es muy distinta a aquella que sus planteamientos le habían conformado.  Cuando un ser humano se plantea desde lo más profundo de su espíritu una relación sincera y respetuosa con aquellos que le rodean, en no pocas ocasiones choca con una triste realidad, una realidad que resulta ser muy distinta a aquella que se había planteado establecer.
Y es  que la concepción humana de la inmensa mayoría parece no basarse en los principios de respeto, claridad, fidelidad y sinceridad que para muchos resultan básicos. Desgraciadamente los distintos seres humanos parecen pertenecer a realidades tan distintas ya que para muchos de ellos la relación se  basa en la mentira, en el egoísmo y en la máscara. Esa generalidad de seres parecen situar el hecho de ser aceptados por los demás por encima de cualquier otro valor humano que pudiera dirigir una  relación  minimamente leal con sus prójimos.
Siendo esta realidad así, resulta del todo imposible que pueda llevarse adelante una convivencia positiva entre cualquier forma elevada de considerar la existencia y las relaciones humanas con esa común realidad que conforma una visión centrada en lo exterior y que al carecer de cualquier punto interno de referencia busca en el juicio y el aplauso externo ese punto de apoyo del que carecen en el interior.
En esta problemática subyace la imposibilidad de tal convivencia enriquecedora, pero lo grave es que poco a poco esta convivencia a la que obliga la vida de la sociedad humana lleva a que aquellos que se mueven por unos ideales que van más allá del comportamiento superficial determinado por la ausencia de educación y la inexistencia de unos puntos espirituales básicos, empuja a que los espíritus que han sido moldeados por  unos principios  son a golpe de decepción sumergidos en la mayor de las decepciones.

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