jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Fueron los templarios los muyahidin de los siglos XII,XIIIy XIV ?

La respuesta a esta  pregunta es un claro y  rotundo no.
La pregunta que da título al presente artículo  está perfectamente justificada en un momento como el actual en el cual los que formamos parte de la civilización occidental  estamos siendo permanentemente bombardeados por  una campaña de desinformación perfectamente orquestada respecto a la realidad histórica de la otrora Cristiandad y de su lucha por la supervivencia frente a un Islam   agresivo  y belicista.
Después de los atentados de Nueva York, Londres y Madrid  ha sido precisamente que la población ha comenzado a tomar conciencia, no suficientemente precisa, de la gravedad del  peligro que representa el Islam  para la supervivencia de nuestro modo de vida.
Pero actualmente en Occidente, al contrario de lo que ocurría en la por desgracia ya extinta Cristiandad no existe voluntad  alguna de resistencia. Lo único que se da es un buenismo que no hace sino esconder la cobardía. Es de este modo que se ha generalizado de un modo que ha pasado a convertirse en dogma de lo “políticamente correcto” que   el islamismo  al que  asistimos no es si no una  tergiversación  del Islam, que sería sinónimo de paz.
Para que estos amigos de la alianza de civilizaciones puedan  continuar con su equívoco discurso estos  se ven en la obligación de dar pábulo a ciertas ideas falsas como son la igualación del Islam y el Cristianismo cuando la Biblia y el Corán  son  tomados  literalmente, señalar que las Cruzadas y la Yihad tienen una misma base o señalar que  los templarios fueron  en su época algo similar a lo que en la  actualidad son los muyahidín terroristas seguidores de la Yihad global contra Occidente.
Resulta verdaderamente difícil de entender, pero la realidad es que parece que la progresía defensora de la políticamente correcta  alianza de civilizaciones parecen necesitar denigrar  su propia  civilización, su historia y el cristianismo  para poder de este modo señalar  el peligro inminente que se esconde tras lo que ellos denominan  manipulación de la religión de la paz que sería el Islam.  Los creadores de opinión pública políticamente correcta parece que se ven en la obligación de demostrar que no son etnocentristas y para ello han de  denigrar primeramente su cultura y origen cristiano.
 Aquí nos vamos a centrar en el aspecto que hace referencia a esa y falsa idea que presenta  a los templarios como similares a los actuales yihadistas.
Para analizar y dar una respuesta a esta errónea y manipuladora aseveración es preciso que en primer lugar nos queden claros conceptos tales como la guerra justa frente a la guerra santa y el de la obligación frente la recomendación . o la del guerrero frente al fiel.
Comenzaremos refiriendo  que es para el cristianismo la guerra justa, que no santa. La guerra justa es un concepto que desarrolló, definió  y concreto perfectamente  Santo Tomás de Aquino en su summa teológica. La consideración de una guerra como justa es posteriormente  tomada como parte del  cuerpo doctrinal católico, de hecho el Catecismo de  la Iglesia afirma por un lado que  el uso de la fuerza militar está moralmente justificado cuando se den  simultáneamente las siguientes condiciones:
-Certeza de que el daño causado por el agresor es  duradero y grave.
-Ineficacia de toda alternativa pacífica.
-Fundadas posibilidades de éxito en la acción defensiva.
-Ausencia de males aún peores, dado el poder de los medios modernos de destrucción.
Por otro lado la Iglesia considera que se requieren tres cosas para que una guerra sea justa:
1.- Autoridad del príncipe bajo cuyo mandato de hace la guerra.
2.- Se requiere causa justa.
3.- Recta intención en los contendientes.

Es muy importante señalar que  para la Iglesia católica  la cuestión fundamental a la hora de considerar una guerra  como justa es el hecho de que esta sea defensiva.  San Agustín señala: “suelen llamarse guerras justas las que vengan las injurias; por ejemplo, si ha habido lugar para castigar al pueblo  o a la ciudad que descuida castigar el atropello cometido por los suyos o restituir lo que ha sido injustamente  robado”.
En la misma doctrina del Maestro de la Iglesia se ponen claros límites a las acciones de aquellos que tomen parte en una guerra si esta quiere considerarse como justa, podemos leer en  uno de sus escritos: “En efecto, el deseo de dañar, la crueldad de vengarse, el ánimo inaplacado e implacable y otras cosas semejantes, son, en justicia, vituperables en las guerras”.
Ninguna cuestión de  lo que hasta aquí hemos señalado que  para la Iglesia  católica es una guerra justa tiene en nada que  ver con la famosa Yihad menor (la que generalmente se conoce como Yihad, ya que existe una Yihad mayor que se refiere a un combate espiritual e interno buscando la virtud  y evitando el vicio).
Es preciso señalar que existen tres tipos de  Yihad menor (a partir de ahora denominaremos   exclusivamente Yihad),  estos tres tipos serían los siguientes:
1.- La Yihad defensiva que tendría la doble utilidad de  proteger del  ataque de apóstatas, infieles o bandidos que combatan la  verdadera fe , para ellos claro, o traten de arrebatar territorios considerados parte del Dar-al-Islam. En este tipo de Yihad estaría también incluida la guerra para “recuperar” cualquier territorio que en algún momento formó parte del Dar-al-Islam como es el caso del Al-Andalus.
2.-La Yihad ofensiva tan sólo podría  librarse contra apóstatas o bandidos , en cuyo caso es absolutamente lícito arrebatarles  el territorio para que de este modo pueda ser sometido al dominio del Islam.
3.-Por último nos encontraríamos con otro tipo, la Yihad preventiva, que es prácticamente desconocida en Occidente y que es aquella que se libra para combatir un peligro que  aunque no resulta evidente se juzga como próximo.
Cuando hablamos de Yihad nos estamos a una institución  musulmana que  tiene en el  Corán su origen directo, no es un fin en si mismo si no un medio para extender  el Islam a todo el mundo.
Como vemos, encontramos una primera y básica diferencia con la guerra justa, la Yihad puede ser ofensiva mientras que la segunda  no.
En otro punto veremos como  para que la guerra santa pueda ser considerada justa  el comportamiento de los  que combaten  ha de alejarse de la crueldad y el deseo de dañar. Contrariamente a esta consideración la Yihad sostiene más bien todo lo contrario, y para demostrarlo  señalaremos algunas  aleyas, versículos del Corán:
“No es propio de un Profeta tener prisioneros hasta que haya encubierto  la tierra con los cadáveres de los incrédulos. Deseáis creyentes, lo que el mundo ofrece , y Dios desea lo que ofrece la  vida pues dios es sabio”. En la Sura VIII y Aleyas 7-8.
En la Sura IX Aleya 5 se puede leer: “cuando terminen los meses sagrados, matad a los asociadores (judíos y cristianos) donde los encontréis. ¿cogedlos! ¡sitiadlos! ¡Preparar toda clase de emboscadas!. Si se arrepienten, cumplen la plegaria y dan limosna, en ese caso dejad libre su senda: ¡Dios es indulgente, misericordioso”.
La Sura XLVII deja bien a las claras la actitud que promueve el Corán.
En la Aleya 57 de esta Sura puede leerse: “¡No seáis débiles! ¡No pidáis la paz mientras sois vosotros los más fuertes! Dios   está con vosotros, no anulará vuestras acciones”.
En la 4 dice: “Cuando encontréis  a quienes no creen, golpead sus cuellos hasta que los dejéis inermes, luego, concluid los pactos”.
Y estos textos coránicos no son más que un botón de muestra. Para los muyahidín ni  las normas morales ni la misericordia  en la lucha tienen valor alguno, mientras que  para los templarios como fervientes católicos tenían y tienen un valor primordial al ser una norma fundamental que Cristo  dio y su Iglesia transmite.
Otro punto fundamental que  diferencia  la Yihad de la Guerra Justa se refiere a que  la participación en la primera es considerada como una obligación para todo musulmán, mientras que en el caso de la Guerra Justa no pasa de ser una recomendación.
No debemos olvidar que la Yihad constituye la obligación más importante después del cumplimiento de los cinco pilares  del Islam, a saber:
-La Sahada o profesión de la fe.
-Las cinco oraciones diarias.
-El ayuno del mes del Ramadán.
-El Zaqat o limosna.
-El Hajj o peregrinación mayor a la Meca.
La Yihad es un precepto que todo musulmán ha de seguir siempre  que esta sea declarada, tanto es así que en el mismo Corán se señala que bajo ciertas circunstancias esta obligación  es revocada. En la Sura XLVIII, Aleya 17 die: “El ciego no tiene culpa; el cojo no tiene culpa; el enfermo no tiene culpa, si no asisten a la guerra. Quién obedece a Dios y a su Enviado será llevado a unos jardines en los que por debajo corren los ríos. A quién se repliega le atormentará un  castigo doloroso”.

Al contrario que lo que acontece con los muyahidín los templarios no  entraban  en la Orden  ni participaban en la lucha siguiendo   precepto o  mandato alguno.
Podemos reducir todo lo señalado a tres diferencias fundamentales entre la Guerra Justa  que llevaron a cabo los templarios y la Yihad que  en la actualidad desarrollan los muyahidín:

1.- La actuación bélica de los templarios se   sitúa en una  guerra defensiva frente a  un Islam que atacaba  la Cristiandad.
2.- La actuación  templaria  era fruto de una toma de posición  libre mientras que los muyahidín la toman siguiendo unos mandatos que han de seguir  so pena de  recibir  graves castigos espirituales en la otra vida.
3.-La persecución y la victoria sobre los  “infieles” no se ve  constreñida  por  cuestión moral o de pacto humano.
En la crítica situación por la que atraviesa  Occidente todos estos puntos, ,que pueden ser vistos por algunos como meras cuestiones anecdóticas, no deben ser perdidos de vista si no queremos caer en la tela de araña que los buenistas  están  tejiendo y de este modo  errar nuestro juicio respecto a la realidad del peligro que nos amenaza.

                                                                
                                                                
                                                                 

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