miércoles, 7 de septiembre de 2011

El capitalismo , liberalismo económico, que no ha de confundirse con la propiedad privada,  da lugar a una injusticia que tiene su origen en la misma concepción de lo que para este es la actividad laboral.
En el capitalismo nos encontramos con que existen unos pocos que son dueños  de los medios de producción. , los cuales  basan el origen de sus beneficios en el alquiler de unos sujetos, los trabajadores, a los que pagan una cantidad de dinero, en ocasiones mísera, para que haciendo uso de esos medios de producción obtengan  unos ingresos de los  que el trabajador no participa  al haber recibido un dinero por su trabajo. De este modo  el trabajador asalariado pierde todo derecho sobre lo que ha producido. No recibirá nada más y el  beneficio íntegro irá a engrosar los bolsillos de los capitalistas.
No ha de perderse de vista que los medios de producción por si mismos no producen  nada y por tanto no aportan beneficio alguno para sus dueños. Del mismo modo el  trabajador que está  ejerciendo su actividad laboral en una empresa tampoco podría recibir salario alguno sin  la presencia de tales medios de producción, ambos por tanto resultan  imprescindibles a la par que complementarios. Ahora bien, el hecho de ser ambos imprescindibles y mutuamente necesarios no da lugar a una  equitativa distribución  de los beneficios si no a una clamorosa injusticia.
El sistema capitalista no hace otra cosa que desvincular al trabajador del producto de su trabajo
Lo que en justicia tendría que ocurrir es que el beneficio se dividiese en partes al menos iguales entre los dueños de los medios de producción y entre los trabajadores que  hacen que estos cumplan su función de producir.

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